jueves, abril 18, 2024
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El día que me convertí en #LadyCenicienta

Ayyy, amigos, amigas y amigues, ¿qué les cuento? Fíjense que es mejor que lo sepan por mi boca a que de repente vean fotos mías circulando en redes con un alias de esos que se acostumbran a poner hoy en día.

Como saben es temporada de chiles en nogada y les platico que en esta época también celebramos el cumple de una amiguita muy querida. Desde hace 5 años festejamos religiosamente en Casa Reyna con un buen vino y un chile en nogada.
Siempre estoy metida en el top de la lista de invitados y para no variar siempre se me hace tarde. Así que esta vez decidí tomar mis precauciones y llegar a tiempo.

Yo vivo en el sur de la ciudad, adelantito de la laguna de Chapulco, por lo que verán no es fácil llegar a Casa Reyna, entonces resolví quedarme en casa de mi tía Celia, ella no tiene cochera, pero vive muy cerca del lugar, así que dejé mi carrito en un lugar donde creí no molestar a nadie, pero al final alguien sí se molestó.

Al otro día me pare muy temprano, me maquillé bonito, me puse mis zapatillas, me eché perfumito y me puse un vestidito muy fifí.
Salí con una hora de anticipación, pero horror, al salir mis llantas estaban ponchadas. Quise cambiarlas y no pude, no encontraba el birlo y el gato hidráulico es una cosa muy difícil para mis pocos músculos y delicadas manos.

En eso pasó amablemente una camioneta con albañiles, yo esperaba sus piropos guarros, pero me sorprendieron cuando amablemente se ofrecieron a ayudarme.
“¿En qué la ayudamos damita?”.
Uy no se va a poder, trae dos llantas ponchadas” -me dijeron-.
Entre dientes solté mi mejor repertorio contra quien resultará responsable de mis llantas.
Les di las gracias a los albañiles y decidí llamar al seguro.

Como siempre, el seguro contestó a las de mil, solo para decirme que en una hora llegarían.
Tomé aire y respiré profundo. No arruinaría mi día y mi outfit por un par de llantas ponchadas.
Pedí un Uber. Uno me canceló cinco minutos después y otro jamás llegó ¡Awww los odié!
Caminé a la avenida y, clásico, pasaron varios taxis, pero ocupados.

De pronto vi venir nuevamente a los albañiles.
¿Qué pasó damita?- preguntaron.
-Estoy esperando un taxi-, respondí.
-Uyyy ahorita todos andan ocupados, son graduaciones, si quiere la llevamos-.
Abrí mis enormes ojos y les dije “¿de veras?”.
¿A dónde va?-.
A Casa Reyna-, les dije.

El albañil que iba en el asiento de copiloto se bajó y me cedió su lugar, mientras el chofer limpiaba el asiento con una franela.
-Siéntese, aquí está limpio: el mugroso esta atrás-.
Su chiste me hizo sonreír.

Cuando llegamos a Casa Reyna el albañil que venía atrás se bajó y cual príncipe me dio la mano para que bajara yo de la carroza.
De pronto sentí como varios celulares me apuntaban y estoy segura de que muy pronto saldré etiquetada como #LadyCenicienta.

@lachicaunica_

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