Que aminore con la quietud del agua todo.
Como huracanes que se tornan humildes velos
y apenas en su voracidad viento son.
Tranquiliza tu espíritu para que llegue el milagro.
Huye de ti si es preciso y retorna al río
donde alguna vez fuiste genuino inicio.
Con el desasosiego regresa el alboroto.
Simula tu paz y que crezca el manso desdén
donde tu condición es benigna y alegre.
En tus tormentos y ansiedades nada
cuan hilo que corre en busca del pez
la pérdida del sereno yo soy que yo soy.
Mira en tu tinta la dinastía del que escribe.
Llévala en la mochila como oruga
y pronto con alas intangibles elévate.
Volverá todo a ser como antes.
Tu narración enloquecerá al destino.
Juntos en el eclipse inenarrable.
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