La tristeza une acontecer con posibilidad
y encierra en corazón simultáneo vivo y muerto
la urgencia de ser y lo que ha sido y se fue.
Lo vivo se esconde para ser
entre despojos y vestidos
o en variedades de frases y nombres.
También se manifiesta y hace señas
para expresarse y lo expresen
como un añadirse a datos y a hechos.
Escondido y manifiesto
aparece dañado y embrujado
sometido a hechizos y fórmulas enigmáticas.
Cuando habla lo otro habla su manto sereno
que no se esconde ni habla
pues es violenta de modo contundente
nítida al permitir llevarse toda vida
pertinaz ante cualquier arrogancia.
Habla sin enigmas y es tenue presencia
que no pide entenderse ni aclararse
sino comprenderse como lluvia
el fuego de cada interior consumiéndose
o el afán de cobijarse con estrellas y sueños.
Habla de ti y de mí y de todos
con la frialdad de saberse destino
y camino abierto siempre
en línea recta dirigido al punto rojo
en que coinciden principio y fin.
En lo escondido la belleza muerte
y tras la partida lo vivo respira acomodado.
Rápidamente nos hacemos uno y todos morimos
enlazados en lo que ya no pudo ser.
Y decimos un último adiós desdibujándonos.
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