Apenas mi pie tocó el mar
alas elevaron mi ansiedad
y toque el símbolo del deseo
acomodado en esa luna desierta
del universal ombligo erótico
y todo había quedado atrás
en el azar de un lodo viscoso
enamorado de esos cuerpos celestes
tan callados como las profundidades
que nacen de los sexos alunados
y eran brazos de peces las espadas
burbujas los besos y pasiones
el olor mojado el sudor alicorado
entre brisas del orgasmo de sal
que huía de la piel tersa del oleaje
y en el anonimato de la noche
los cuerpos en danza eterna
que hacen dédalo de esperanza
y un absorber de los dolores
aprisionados en las branquias
y se respira la aurora bruna
de lazos invisibles del nocturno
que se hace peregrino entre siluetas
de piernas que encienden lo profundo
arremolinado entre las sombras
y son las lunas sumergidas los pliegues
y las miradas de nuestros valles y crestas
y las emociones blancas las que nadan
desnudas cuando sus manos cruzan océanos
y hacen poros de lunas de amor.
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