Se marchó con discreción, el virus se lo llevó rápido, no hubo tiempo de despedidas, la muerte tuvo prisa, como si fuera noticia de última hora o el tren que se va al sonar el silbato, así de rápido paso de este mundo al otro.
Hugo Sánchez Izquierdo, señor periodista, reportero y amigo de todos; no hay quien diga lo contrario. El fin de semana tuvo las muestras de solidaridad de todo el gremio de la comunicación, hubo cadenas de oración y pendientes de que el oxígeno le diera muchos años de vida; pero no fue así, la noticia para todos fue lumbre, nos quema el dolor de perder a nuestro querido amigo.
Hugo Sánchez se forjó en la carrera del esfuerzo, muy joven lo conocí en el Ayuntamiento, en la oficina de Prensa, entregaba boletines y era asistente del director de Prensa, apoyo del también desaparecido abogado Jorge Romero Vargas.
Lo recuerdo todavía muy bien peinado, con chapas rosadas en sus mejillas, que lo hacían un jovencito educado, respetuoso siempre con quienes ya andábamos en la carrera. Curioso y empeñado en crecer se juntó con los periodistas de aquél tiempo, finales de la década de los años setenta y ochenta donde paso a paso aprendió el oficio, fue autodidacta y comenzó a incursionar en el Heraldo.
Luego se hizo la radio con Javier López Díaz, en los primeros años llamó la atención de dueño de la estación XEHR, Rafael Cañedo Benítez, que dio visto bueno para que Hugo tuviera asignada la fuente de Gobierno, ahí se sumó al equipo de reporteros que por muchos años cubrimos campañas políticas y gobernadores.
La cercanía con los políticos y con los hombres de poder, nunca lo mareó, tampoco hizo compromisos ni recibió maletas de dinero, siempre coincidimos en que era mejor dormir en paz, y vivir sin la vergüenza de fortunas mal habidas. Esa conducta y bonhomía le permitió por eso tener amigos en todos lados.
Apoyó a nuevos valores, fue amigo de muchas compañeras a las que apoyó en las buenas y en las muy malas, siempre buscando conciliar donde había problemas.
Convivió con los compañeros de su generación, tomó sus copas como todos, bailó y se divirtió, pero un accidente automovilístico que casi le cuesta la vida, lo puso en orden.
Siempre fue buen padre, preocupado por todos sus hijos, con verdadero esfuerzo compró un terreno al sur de la ciudad donde construyó poco a poco el hogar de su familia integrado por su hija Jazmín, Oscar y los gemelos Cristian y Jonathan. Su esposa Edith Colón con raíces en Chiapas, se quedó aquí con Hugo, para lo bueno y lo malo que ofrece la vida, pero siempre en familia.
En lo cotidiano de vivir la fuente de Gobierno por muchos años, nos permitió tener no solo el compañerismo, sino la amistad; las confidencias.
Hace poco más de cinco años, no reunimos en la redacción de “La Opinión” del Ingeniero Oscar López, amigo de mucho tiempo, que nos invitó a sumarnos a su redacción. Todos los viejos reporteros comenzaron en ese periódico, Hugo y yo decíamos, haber sino aquí terminamos y parece que fue premonición.
Hugo Sánchez, era el director editorial y yo la directora de la Opinión Universitaria, trabajamos muchas tardes y noches, hasta que apareció el coronavirus el año pasado.
Nunca pensamos que el día que apagábamos las computadoras, era para no vernos más. Aunque hablábamos por teléfono, no volvimos a vernos.
El fin de semana todos esperábamos un milagro, prendimos veladoras, rezamos , pero el caprichoso virus ganó la batalla.
Y a la memoria me llega una hermosa canción de Alberto Cortés, que dice: cuando un amigo se va, queda un espacio vacío” Y así sentimos en el alma hoy.
Descansa amigo por siempre.
Pilar Bravo