Desde que una niña tiene su primera menstruación (aproximadamente a los 12 años), hasta que entra en la menopausia (en torno a los 51 años), las mujeres tendrán alrededor de 400 ciclos menstruales, es decir, durante el periodo fértil la regla vendrá 400 veces.
Lo que para lo que algunas es algo anecdótico, una situación que surge cada mes sin más complicación, para otras viene acompañado de dolor, también conocido como dismenorrea, en ocasiones tan fuerte que llega incluso a afectarles en su día a día.
Este dolor asociado a la menstruación puede ser primario y secundario, tal y como señala José Manuel Traver, ginecólogo del Hospital Vithas Nisa Rey Don Jaime. “En el primario no hay evidencia de enfermedad orgánica pélvica. Durante la menstruación el organismo produce unas sustancias denominadas prostaglandinas encargadas de desencadenar las contracciones del útero para expulsar la capa funcional del endometrio en el caso de que no se produzca un embarazo y éstas son las causantes del dolor (a más liberación, más dolor)”, explica Traver.
Hablamos de dismenorrea secundaria cuando ese dolor viene provocado por una enfermedad orgánica pélvica.
Según el experto, la dismenorrea afecta en torno al 40-60 por ciento de las mujeres y en el 10 por ciento de ellas llega a ser incapacitante. «El tipo de dolor es espasmódico, con irradiación a la parte anterior de los muslos, siendo máximo en el primer día y durando de 1 a 2 días”, señala Traver.
Además, en la mitad de las pacientes el dolor menstrual viene acompañado de otras afecciones. Las más frecuentes son náuseas, vómitos, cansancio general, nerviosismo, mareo, diarrea, dolor de espalda, dolor de cabeza e incluso lipotimia.
¿Qué síntomas nos advierten de que el dolor no es normal?
Hay determinadas señales que pueden ponernos sobre aviso de que estamos ante una dismenorrea secundaria que puede estar causada, o bien por un DIU, o bien por otro problema ginecológico. Algunos de los más habituales serían la endometriosis, los quistes de ovario, la enfermedad inflamatoria pélvica, tumores benignos (pólipos y miomas), adherencias intra-abdominales o una obstrucción del canal endocervical.
Esos indicadores serían:
- Cuando el dolor comienza a interferir con la vida diaria, no mejora con los tratamientos habituales y evita que llevemos a cabo nuestras tareas cotidianas.
- Cuando el dolor empeora repentinamente.
- Mujeres de más de 25 años que presentan dolores severos por primera vez.
- Aparición de fiebre en los periodos de dolor.
- Tener dolor incluso cuando no se está con el período menstrual.
¿Cómo podemos tratar el dolor menstrual?
Ante la aparición de la dismenorrea la mujer puede aplicar algunas medidas que mitiguen ese dolor, tal y como explica Traver.
Dismenorrea primaria
En estos casos la mujer debe intentar relajarse e informarse más, así como realizar cambios en su dieta, por ejemplo, reducir la cafeína y el chocolate; practicar ejercicio físico y aplicar calor local.
Respecto a las indicaciones terapéuticas, el ginecólogo recomienda:
- Inhibidores de las prostaglandinas (AINES):
- Derivados de los fenamatos (ácido mefenámico).
- Derivados del ácido propiónico (naproxeno – ibuprofeno).
- Derivados del ácido acético (indometacina).
- Derivados del ácido enólico (piroxican – tenoxican –eloxican).
- Derivados de los fenamatos (ácido mefenámico).
- Analgésicos:
- Paracetamol (en dismenorreas leves).
- Paracetamol (en dismenorreas leves).
- Hormonales:
- Progestágenos no esteroideos en segunda fase del ciclo
- Anticonceptivos hormonales (píldora, parche, anillo vaginal).
- Progestágenos no esteroideos en segunda fase del ciclo
- Alternativas:
- Los parches de trinitrato de glicerina.
- Bloquedores del calcio (nifedipino – flunaracine).
- Suplementos dietéticos como el ácido graso insaturado omega-3
- Los parches de trinitrato de glicerina.
Dismenorrea secundaria
En estos casos la mujer debe acudir al especialista para que le diagnostique la enfermedad orgánica pélvica causante y tratarla. Para confirmar el diagnóstico el médico puede solicitar que se realicen pruebas que incluyen ecografía, hemograma, cultivos vaginales y/o laparoscopia.