A los 18 años Teresa de Calcuta se convirtió en monja pero antes trabajo como maestra.
Un día 17 de octubre de 1979 se dio a conocer el nombre de Teresa de Calcuta como ganadora del Premio Nobel de la Paz, la hoy santa es recordada por su gran amor por los más pobres de los pobres, con estos siete datos interesantes de su vida.
1. Nació en el seno de la familia adinerada. Nacida un 26 de agosto de 1910, santa Teresa vino al mundo con dinero, al menos por arriba de los estándares de su nativo Skopje, Macedonia.
A sus padres les iba tan bien que había un aforismo local que decía: “Tan generoso como los Bojaxhiu”. Su nombre era Agnes y su apellido era Bojaxhiu.
Agnes tenía acceso a la cultura y educación: escribía poesía y tocaba la mandolina.
Su familia recibía huérfanos y ella acompañaba a su madre cuando iba a atender a los necesitados.
Todo esto hace que la noción «normal» de presantidad quede como algo desagradable o al menos no mejor al del promedio, hasta que Dios mueve un interruptor.
En el caso de Agnes, si Dios movió un interruptor es porque seguramente ya había conectado los circuitos cuidadosamente.
2. Durante se vida era obvio que Teresa terminaría siendo quien fue.
Emigró a la India para convertirse en monja a los 18 años, pero trabajó como maestra por 17 años antes de experimentar varias visiones y locuciones (comunicaciones verbales) de parte de Jesús.
La experiencia, escribió su confesor en ese tiempo, fue “continua, profunda y violenta”.
Más tardé lo recordó como un diálogo dramático y fue plasmado en los escritos de su confesor:
Jesús la llama “mi pequeña” y le pide que “lo lleve con los más pobres: quiero monjas Hindúes … quienes serán mi fuego de amor entre los pobres, los enfermos, los agonizantes y los niños pequeños”.
Ella duda. Él pregunta impacientemente, “¿Se ha enfriado tu generosidad?”
No era así. Después de dos años de intentar convencer a su obispo local fue liberada de sus votos anteriores y fundó los Misioneros de la Caridad.
3. Cambio la visión de los pobres. “Hay muchas monjas que pueden cuidar a los ricos y a las personas que les va bien, pero para mis muy pobres no hay nadie”, escribió Teresa, en referencia a la comunicación que tuvo con Jesús.
Eso parece un poco exagerado. Pero Teresa redefinió el concepto de “trabajar con los pobres” en la época moderna.
Ella sustituyó la palabra pobres con la frase: “los más pobres de los pobres”, una nueva categoría con su correspondiente imperativo moral.
Ella usaba la palabra “con” en el sentido de borrar esa línea entre el benefactor y el beneficiario, involucrando a sus monjas en el profundo mundo de los barrios bajos.
En Calcuta desarrolló instituciones —escuelas para los niños pobres, casas para las mujeres embarazadas sin hogar, huérfanos, personas con lepra y hostales para los moribundos— este fue el ejemplo a seguir para sus ministerios en todo el mundo.
4. Era un gurú de la mercadotecnia. “Miles de millones conocen su compasión”, dice Rick Warren, un pastor líder de la Iglesia evangelista.
“Pero lo que no es tan conocido son sus habilidades de liderazgo, evidentes en la multiplicación de lo que ella hizo en otras partes del mundo».
Teresa, instintivamente, aprovechó su creciente reconocimiento al cultivar una buena relación con los líderes mundiales de las Naciones Unidas y donadores para pavimentar el camino de los Misioneros.
Cuatro décadas después de su inicio en solitario en la India, su orden se encontraba en más de 100 países, lo que la hacía una de las fundaciones más grandes de la Iglesia. “Si hay pobres en la luna, también iremos ahí”, era una de sus bromas recurrentes.
5. Toda una celebridad. Teresa fue primero famosa en la India y después en todo el mundo, en parte por los esfuerzos del periodista británico, Malcolm Muggeridge así como por una especie de don.
“Por la manera en la que se dirigía a los periodistas, parecía una manipuladora tan hábil como cualquier experto en relaciones públicas estadounidense”, notó Bob Geldof, un rockero y filántropo irlandés.
El hecho de que se tratara de un don no lo hizo menos efectivo.
Después de que ganó el Premio Nobel en 1979, formó parte de la generación de los más grandes íconos religiosos del Monte Rushmore, el cual incluía al papa Juan Pablo II, Billy Graham y el (relativamente joven) Dalai Lama, quien no ha tenido ningún sucesor en esta generación.
De entre todos ellos, Teresa logró el estatus más puro de la cultura pop al ser uno de los pocos íconos en tener una amistad con la entonces princesa Diana de Gales.
Cuando las dos murieron, con una semana de diferencia (Diana en un accidente de transito y Teresa por un ataque cardíaco), una camiseta salió inmediatamente en la que se mostraba una imagen de ambas con unos halos.
6. Teresa tuvo una larga y oscura noche en su alma.
En 2007, un montón de cartas privadas recién publicadas mostraron un sorprendente nuevo lado de Teresa: un periodo de 39 años que coincidía casi exactamente con su carrera de misionera en el que parecía que Jesús estaba ausente para ella, en sus oraciones, incluso, en la Eucaristía.
“El silencio y el vacío es tan grande”, escribió ella, “que busco y no encuentro, la lengua se mueve (en oración) pero no habla”.
Críticos como el finado Christopher Hitchens decían que la correspondencia probaba que Teresa era solo una “anciana confundida”.
Pero las cartas fueron emitidas por su postulador, la persona que abogó por su santidad en el Vaticano.
La iglesia consideraba que su perseverancia en ausencia de un sentido divino fue probablemente su acto de fe más heroico.
Tanto su tormento como su increíble fe fueron evidentes en otra carta: “Si alguna vez me convierto en Santa, seguramente será en la oscuridad”, escribió.
“Continuamente estaré ausente del cielo para encender la luz de aquellos que estén en la oscuridad de la Tierra”.
7. Un año después de la muerte de Teresa, el Vaticano anunció un periodo de cinco años para permitir que la causa comenzara.
En 2002 reconoció su “virtud heroica” y ese mismo año validó la desaparición de un tumor que afectaba a una mujer hindú que le había rezado a Teresa.
Este primer milagro la llevó a su beatificación, para la cual 250.000 personas asistieron a Roma.
Su canonización de dio el 4 de septiembre de 2016, en esta ceremonia el Papa Francisco la calificó como “una generosa dispensadora de la misericordia divina”, una de las figuras más icónicas de la Iglesia Católica y el mundo en el siglo XX.
A la misa de canonización se celebró en 2016, un día domingo en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.
Se calcula que asistieron cerca de 120 mil personas provenientes de todas partes del mundo. Este evento se realizó en el marco del Jubileo de la Misericordia.
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