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La menstruación y la luna

«Que el ciclo lunar dure en promedio 29 días y que nuestro ciclo menstrual unos 28 no es mera coincidencia», expresa Trilce Ortiz, creadora del blog y tienda erótica Ella y su sexo.

Para Trilce, el hecho de que el útero vaya cambiando en su interior ofrece una metáfora directa con las transformaciones lunares. “Se sabe el efecto que estas tienen sobre las aguas. La energía sutil es real. Además de que el cuerpo humano es predominantemente agua, durante el ciclo nosotras tenemos diferentes aguas, así muchas no reconozcan sus flujos vaginales como algo sano y recurran a diferentes tratamientos medicinales”.

Las especialistas en el tema reconocen incontables maneras de interpretar la menstruación, pero el común denominador siempre es que aluden a lo cíclico. Hay explicaciones desde los cinco elementos, las estaciones del año y abundan los arquetipos como el de la anciana, la amazona y la prostituta intelectual.

En el best seller ‘Luna Roja‘, la escritora Miranda Gray estructuró cuatro: la bruja, la virgen, la madre y la hechicera. Te decimos a qué se refiere cada uno.

La bruja

El ciclo comienza con la menstruación que corresponde a la luna nueva, oculta y profunda. Esta fase encarna la posibilidad de desarmar y volver a construir, también de limpiar lo que no sirve, por ejemplo las emociones negativas. “En nuestros ovarios están despertando las semillas y es un momento que invita al recogimiento, a la interiorización. Por eso se le relaciona con el invierno”, comenta Tíjaro, antropóloga y educadora menstrual, quien prefiere referirse a la mujer de esta etapa como la sabia, que se caracteriza por su sensibilidad, su intuición y la capacidad de conectarse con su yo más íntimo.

“Ese tejido que es la sangre menstrual guarda la memoria de nuestro ciclo, lo que pensamos y sentimos. Eso explica por qué unos meses es más oscuro o espeso. Algunos recomiendan no tener relaciones sexuales durante el periodo pues el otro estaría accediendo a toda esa información. Muy pocas se atreven a explorar su sexualidad en este tiempo por asco o por pena y resulta que a veces los hombres son más relajados con el asunto. Lo cierto es que si se intenta, se toca el alma de la pareja y se experimentan orgasmos más profundos, en un sentido de conexión espiritual, en tanto estás bañando a esa persona de ti y compartiendo la energía sexual que es la más poderosa de todas, la creadora”.

La luna nueva invita a emplear esta fuerza en la visualización de nuevos propósitos durante el clímax. Para Flandorffer, vivir la bruja en negativo equivaldría a “anular el sangrado como sea, maldecir cada vez que nos llega el ciclo lunar, entrar en pelea con los cambios que ocurren o sentirnos sucias”. Ortiz brinda un consejo más: “Quienes tienen relaciones sexuales menstruando deben asegurarse de llegar al orgasmo porque alivia las molestias y relaja (como el sexo oral puede estar descartado, los juguetes o la masturbación son una buena opción). Ya están poniendo su cuerpo a trabajar cuando posiblemente lo que este pide sea un descanso… y se merece una gran recompensa”.

La virgen

Este arquetipo es conocido también como la doncella y se simboliza en la luna creciente, porque de ella tiene su claridad. Médicamente se habla de la fase folicular o preovulatoria. “Es la mujer guerrera que todo lo puede, la que florece como la primavera y se identifica por la vitalidad con que se dirige hacia sus metas. Está en modo intelectual, racional y es más exterior y corporal que en la etapa previa. Como las semillas empiezan a crecer y al mismo tiempo uno se expande, nos sentimos radiantes, llenas de energía y nos arreglamos más”, expone Tíjaro.

Debido a su carácter independiente y ambicioso se le mide a cualquier desafío y no necesita de hombre ni de nadie. “Es una de las estaciones en que más nos masturbamos. Además, es propicia para probar una sexualidad muy divertida, explosiva, física y terrenal, en la que lo importante es el propio placer, el orgasmo de uno y no el del otro, y es muy fácil caer en el sexo casual sin compromiso”.

Aquí los preámbulos románticos no tienen entrada, se va a lo que se va. Por eso su cara sombría es el egocentrismo y el egoísmo. “Es el momento en que estamos más conectadas con nuestra energía masculina. El riesgo es que en la actualidad, debido a los códigos culturales, muchas quieren permanecer en este periodo, de la misma manera en que las mamás de antes lo pasaban casi que de largo”.

Flandorffer considera que quienes trabajan su virgen desde lo negativo se comportan en forma autoritaria, controladora o bien, como eternas adolescentes. “Quizá se jacten de que se acuestan con quien se les da la gana, pero mi experiencia me ha demostrado que terminan destrozadas, porque al final del día cambiarían un ‘polvo’ por un abrazo”.

La madre

Este arquetipo está vinculado a la luminosa luna llena que representa la ovulación. La mujer tiene el esplendor del verano y su energía es amorosa, capaz de servir, compartir y proteger. Esta una buena oportunidad para impulsar proyectos, para el trabajo en equipo, para disfrutar las relaciones con los demás. “Estamos en el periodo más fértil en el que, lógicamente, la tecnología de nuestro cuerpo hace que tengamos la líbido muy alta. Después de todo somos mamíferas (aunque somos las únicas que no menstruamos y ovulamos a la vez), lo que hace que el manejo de nuestra sexualidad sea distinto. Ahora sí pedimos que nos ‘hagan el amor’ y el sexo es más comprometido. Queremos que nos consientan, nos gusta el romanticismo y lo que más nos excita es que nos acaricien y digan cosas lindas. El previo tiene que ser cariñoso, nos encontramos en una vibración más emocional”, señala Tíjaro.

“A mis pacientes les digo que no caigan en el horror de convertirse en la madre de su compañero: él no se acostaría con su mamá”, enfatiza Flandorffer. Para la terapeuta, aquí los hombres tendrían que sacar provecho de estas expresiones de generosidad sin que eso implique volverse perezosos. Como afirma Ortiz, “siempre es buena idea que cada uno se aprendiera el calendario del ciclo de su mujer. En estos días más les vale a ellos prestarles atención, llenarlas de detalles, porque si no hacen bien la tarea se lo cobrarán a punta de reclamos en la próxima etapa”.

La hechicera

Se le conoce como la hechicera o la sacerdotisa debido a su misticismo, magnetismo y pasión. “Me gusta llamar las cosas por su nombre. Las cortesanas que acompañaban a hombres poderosos sabían utilizar su energía sexual para hacer valer su opinión, mientras que las esposas se quejaban de que esas ‘putas’ hicieran lo que a ellas no se les permitía. Me refiero a la mujer libre de paradigmas castrantes, que reconoce que disfruta el sexo”, apunta Flandorffer.

Esta época está asociada a la caída de las hojas en otoño, pues el endometrio, en la denominada fase lútea, empieza a fragmentarse. La luna menguante ofrece a la mujer un tiempo de maduración y, por ende, inicia el viaje hacia su interior, con miras al autoconocimiento, además aumenta la conciencia de su poder creativo. “El lado sombrío es el del famoso síndrome premenstrual. Nos venden la idea de que no podemos lidiar con nuestras hormonas y que la solución está en una pastilla. Por eso, en esta etapa disfrutar de la sexualidad puede resultar complejo para muchas. Sin embargo, si lo logran, es muy erótica. Hay menos pudor, la líbido está arriba y dan ganas de explorar, por ejemplo, posiciones nuevas. Aquí, mejor que la pareja llegue con un vibrador y no con flores”, comparte bromeante Tíjaro.

Con información de Fucsia.

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