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Franco Moschino, el niño terrible de la moda

El diseñador italiano que cambio los patrones de la moda

El personaje que hoy recordamos a Franco Moschino a 25 años de su muerte ocurrida el 18 de septiembre de 1994. El diseñador nació en Abbiate Grasso, cerca de Milán, el 27 de febrero de 1950, quien se aproximó a la moda a través de unos cursos vespertinos en la Accademia de Brera, la principal institución para las artes plásticas de Milán. En 1972, siendo ya colaborador en Harper’s Bazaar y otras revistas, comenzó a trabajar como ilustrador para Gianni Versace, pero siempre en régimen de colaboración. El mismo año, Moschino abrió también su primera sede milanesa. La relación laboral con Versace duró cinco años.

Moschino, alentado por Gianni inició su marca en 1983 y debutó su línea “Couture!” el mismo año en un momento en el que la moda lo bautizó como el enfant terrible,o el niño terrible, comparándolo constantemente con otro diseñador que peleaba por el mismo apodo: Jean-Paul Gaultier. Esta primera colección femenina se presentó el otoño de 1983, durante un inolvidable desfile en la Feria de Milán sobre el que corrieron ríos de tinta por su fina ironía.

Todas sus colecciones, desde su debut como modisto en 1983, sorprendieron por su originalidad y valentía, al igual que sus impactantes campañas de publicidad. Sus vestidos de lunares Minnie Mouse, sus americanas con botones que simulaban llaves de grifo o molinos de viento y el diseño del esmoquin con un cuchillo y tenedor a modo de increíbles objetos de adorno le hicieron irresistible. Sus desfiles eran tan esperados como aplaudidos.

La producción más personal de Moschino comienza, en efecto, en 1984, cuando decide concentrarse casi exclusviamente en sus líneas Moschino Donna y Moschino Uorno. Pero los inicios de su actividad creativa se remontan a comienzos de los años setenta. En el año de 1986 lanzó su línea masculina y al año siguiente se atrevió con su primer perfume. En su febril actividad creó también su segunda línea, llamada Cheap & Chic.

En esa misma época, en un alarde de ironía, Moschino realizó un vídeo en el que explicaba los peligros de los desfiles de moda bajo el título Los desfiles pueden ser peligrosos para tu salud.En plena vorágine de éxito Moschino abrió, en 1989, su primera tienda en Milán. Un año después sorprendió al mundo con una campaña titulada Stop The Fashion System su traducción Paren el sistema de la moda, con la que alertaba sobre el peligro de convertirse en una víctima de la moda. Ese mismo año recibió el premio Aguja de Oro y abrió su segunda tienda en Milán.

El regreso de Moschino como marca se debe gracias a Jeremy Scott y su acercamiento similar a la Alta y “Baja” Costura que coincide con la visión de Franco. Scott pone en la pasarela a aliens y hace referencia a marcas como Mc Donalds, programas de televisión infantil como Las Chicas Superpoderosas y Bob Esponja y juegos como el famoso Candy Crush. Las celebridades que visten el nuevo Moschino van desde Madonna hasta Michelle Obama, demostrando cada temporada su versatilidad y su éxito como director creativo. Mientras los orígenes de la marca continúan en cada colección, es inevitable notar que hay algo diferente en este Moschino de aquel que concibió Franco.

“Mi visión de la moda es una contradicción, lo sé, pero ¿por qué no hacerlo? Porque adaptarme al negocio convencional únicamente porque trabajo en el”, comentaba acerca de su trabajo. El trabajo de los diseñadores de moda de la época tiene sus diferencias mientras Scott utiliza su estilo ecléctico para causar un sentimiento de felicidad en aquellas personas que eligen sus piezas, Franco utilizó su habilidad para curar colecciones irónicas, experiencias únicas y campañas que criticaban el papel de la industria en la sociedad. “La moda es vulgar. Estar a la moda no es algo positivo. Hablemos de algo que valga la pena. La moda mata a la gente. Como diseñador tengo que convencerte de cambiar tu pelo, o los lentes que llevas y eso te convierte en un títere”, Moschino explicó en una entrevista a New York Magazine en 1989.

Frases irreverentes. como «la naturaleza es mejor que la costura», impresas en camisetas y otras prendas diseñadas por Moschino, generalmente con letras grandes y angulosas, quedarán como recuerdo de su estilo provocador. Pero sobre todo, del tono ecologista y alternativo -en los dos últimos años no participó en el desfile más importante del pret-a-porter italiano que el modisto adoptó desde que, en 1992, fue operado del tumor que a la postre acabó con su vida. Por la misma época, impulsó la lucha contra el Sida en Lombardía iniciando -una fundación, Moschino and Anlaids Smilel, que reestructuró un albergue para niños seropositivos o que padecían el Sida careciendo de soporte familiar.

Para 1993, y celebrar sus diez años dedicado a la moda, organizó una exposición sobre su obra titulada X Years Of Kaos (X años de caos), en la que quedaba más que patente su gran aportación al mundo del diseño, esta fue inaugurada en Milán y luego visitó en 1994 París, Londres, Nueva York y Tokio, recordó las creaciones más célebres de su vida, empezando con unos memorables vestidos hechos con bolsas de basura y reunió su trabajo desde la colección. Cadete hasta las últimas locuras.

El color, los estampados, la anarquía de los motivos y las leyendas chocantes se hicieron pronto un estilo que ha sido imitado hasta la saciedad. La muestra del museo Permanente de Milán, contaba con uno de sus símbolos preferidos: la Virgen de La Macarena, y anunciaba su cambio radical desde la frivolidad de los grandes desfiles hacia la ecología y las acciones sinceramente benéficas. Nordic Furs, Helyette, Matti, Ascam y Lory o Max Mara son otras marcas del mundo de la moda que se beneficiaron de sus diseños y de su osada inventiva, hasta bien entrados los años ochenta. La última estadística de su facturación en 1992 fue de 20.000 millones de pesetas.

La creatividad de Moschino ridiculizaba las jerarquías de la industria al parodiar los emblemas de la Alta Costura (como el clásico traje Chanel), hechos con materiales más comunes como la mezclilla. “La ropa, aunque sea divertida, tiene que estar bien hecha. Es sencillo ser divertido con una t-shirt, pero es más inteligente si lo haces con un abrigo de mink. Después de todo, si el caviar fuera barato su sabor no sería interesante”, declaró para la edición británica de la revista GQ en 1994.

Lo que hacía a Franco Moschino brillar entre tantos diseñadores, era su acercamiento a lo postmoderno y lo surreal jugando con la ironía, el humor y diseños bien hechos. Las palabras ¡Esto es un anuncio! eran parte central de sus campañas publicitarias. Las modelos de la campaña de perfume lo bebían como si se tratara de una Coca-Cola. Sus eventos consistían en instalaciones y sus fiestas reunían a todas las celebridades. El propio Moschino posó para las campañas publicitarias y fortaleció una ideología donde el buen gusto no existía.

No es sorpresa que Moschino tuviera éxito en una industria que siempre criticó, si no cómo explicarían el éxito de Vetements. “No quiero sonar mal pero siento que estoy en una prisión de oro. Puedo hacer lo que yo quiera pero en realidad la gente espera algo específico de mi. Un diseño Moschino debe verse y sentirse como una prenda que todos puedan entender”. “Ya no hago ropa. Moschino ya no es mi nombre y la moda se ha vuelto una simple fuente de ingresos”.En los años siguientes las campañas de Moschino eran instalaciones que criticaban los problemas sociales y creaban conciencia sobre temas como el consumismo, el cambio climático, las drogas, la violencia, la contaminación, el racismo y la crisis del SIDA.

Un año antes de su muerte, Moschino fue un excelente empresario. Lanzó la línea “Ecouture!”, hecha con materiales amigables con el ecosistema. Optó por usar piel falsa y a través de su campaña “Smile!” donó dinero a niños infectados de VIH. Franco Moschino se mantiene como un personaje radical en la moda del que pocos conocen su historia. El cuestionamiento que hizo en su momento, es el mismo que surge ahora. Y aunque no hay una respuesta clara, Franco nos recuerda que debemos contribuir al progreso de esta industria que está perdiendo su identidad.

El diseñador italiano padecía Sida y el domingo 18 de septiembre de 1994, por una complicación de la enfermedad que detonó en un tumor intestinal del cual había sido operado en 1992; falleció a los 44 años de edad. La noticia se dio a conocer al mundo y se supo que sus padres y su hermano, que constituían su única familia, prefirieron enterrarlo en la intimidad más estricta, aunque se anunció un funeral en Milán que se realizó la siguiente semana a su muerte.

Franco Moschino, uno de los modistos italianos más célebres de las últimas décadas, creador de una moda joven y poco convencional, aficionado a trangredir las convenciones del buen gusto y la estética seria. «No lo conocía bien, pero lo recuerdo como un gran señor, lleno de creatividad y energía», declaró Valentino, el decano de la moda italiana. De su muerte habló también el teórico del arte Omar Calabrese.«Por el modo que había elegido de difundir su propia imagen, hacía publicidad de la publicidad, más que de sí mismo. Sus extraños montajes y collages eran una isla dadaísta en el bruñido mundo de la comunicación y, por ello, resultaban transgresivos y escandalosos, como su moda. Pero en un sentido, incluso quien no recuerde sus modelos, recordará su publicidad», dijo.

Fuente: Hola, L’Officiel México y El País.

Alejandra Delgadillo
Egresada de la licenciatura de Ciencias de la Comunicación por la UPAEP. Colaboradora en El Sol de Tlaxcala. Reportera de Noticias en Grupo Acir Puebla, donde tenía a mi cargo las fuentes de Salud, Instituciones Asistenciales, Iglesias, Agrarias, Ecología y Empresariales. Participé en el área de prensa de la Delegación del ISSSTE Puebla. Las secciones que escribo son: Vida Sana, Cábalas y Tradiciones, Mamás y Algo Más, Feminismo Hoy, Salud, Economía, Ciudad y Seguridad, en Revista Única. Además, soy colaboradora del programa de radio Cinco Mujeres en Cinco Radio. Coautora del libro “Crónicas de Puebla, 50 años”.

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