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8M: Mujeres, uniformes y sororidad

¡Por fin llegó el 8M, chicas! Y como cada año, el mundo se pone morado y verde para recordarle a la humanidad que aquí estamos, que nos cansamos de ser ignoradas y que tenemos todo el derecho de salir a la calle a exigir lo que nos corresponde.

Pero entre pancartas, glitter y consignas, hay un grupo de mujeres que muchas veces terminan en medio del huracán sin que nadie se detenga a pensar en ellas: las policías.

Sí, las mujeres policías que estarán ahí el 8M, formadas en fila, con sus escudos y cascos, listas para contener, acompañar y –cuando la situación lo amerite– intervenir. Y aquí es donde viene lo interesante: ¿son nuestras enemigas? ¿Traidoras? No, amigas. Son mujeres. Mujeres que, como nosotras, han tenido que abrirse camino en un mundo dominado por hombres, en un sistema que históricamente les dijo que la autoridad no era para ellas. Y aquí están, con uniforme y todo, demostrando que sí lo es.

Ser policía no es un juego y mucho menos cuando eres mujer. La figura de la autoridad, de la ley, de «la fuerza del Estado» ha sido tradicionalmente masculina, y aún hoy, muchas mujeres en la policía enfrentan discriminación, acoso y violencia dentro de la propia institución. Pero ahí siguen, con una chamba que implica enfrentarse no solo al crimen, sino a un sistema que muchas veces las invisibiliza. Entonces, ¿cómo es posible que el 8M, un día que se trata de reconocer el valor de las mujeres, terminemos viéndolas como «el enemigo» sólo porque llevan uniforme?

Sororidad, hermanas, sororidad. Porque la lucha es de todas y desde todas las trincheras. No se nos puede olvidar que si bien la protesta es un derecho, la seguridad también lo es. Y no, esto no es un llamado a la paz blanca y pacífica tipo «marchen bonito, sin gritar y sin ensuciar». No. Pero sí es un recordatorio de que no estamos solas en esta lucha y que muchas de esas mujeres con casco y escudo están ahí no porque quieran reprimirnos, sino porque es su trabajo y porque, como nosotras, también son parte de esta lucha, aunque la vivan desde otro lugar.

Así que cuando el 8M veas a una mujer policía en la marcha, piensa en todo lo que ha tenido que pasar para estar ahí. No le tires odio solo porque sí. No la veas como «la otra», sino como una más, como una mujer que también ha tenido que demostrar que su lugar en este mundo es suyo y que nadie se lo va a quitar.

Y si en algún momento la ves y sientes que la quieres abrazar, hazlo. Porque quizá ella también necesita escuchar que su presencia importa, que su lucha también cuenta y que la sororidad no tiene uniforme.

La Chica Única

Foto de portada: cuatoscuro

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