En opinión de Yoselin Paredes, la inclusión de las mujeres es vital para conseguir la democracia representativa y tener un país en el que acabe de una vez por todas la discriminación de género.
Desde los años 70, las feministas latinas apostamos por cambios profundos: la democracia en la familia, no solo castigar a los agresores, buscando el cambio cultural y de pensamiento para abatir el machismo y el uso indiscriminado de la violencia en todos los espacios. Sabían muy bien que era inevitable que el ambiente violento afectaría dramáticamente a las mujeres; es decir a más de la mitad de la población.
Si no hacían funcionar y articular estrategias y tácticas para esos anhelados cambios en las relaciones sociales, todas, todas las mujeres estaríamos sujetas a una espiral de agravios, dondequiera que vivamos o nos desarrollemos, y seríamos inevitablemente el receptáculo de la lucha violenta entre los hombres por poder.
Hoy, y me atrevo a hablar por las mujeres latinas, resistimos cualquier invasión a nuestra libertad de elección.
Hoy quemamos, prendemos fuego y gritamos para que el Estado tiemble y de una vez por todas nos escuche. De alguna manera debemos presionar a los gobiernos y señalar las fallas de nuestros Estados, no podemos confiar en la justicia y la policía machista.
En México las feministas estamos en la lucha contra los feminicidios.
La inclusión de las mujeres es vital para conseguir la democracia representativa y tener un país en el que acabe de una vez por todas la discriminación de género, la violencia machista y la invisibilidad de esta población y hacer entender a quienes todavía no quieren escuchar que las mujeres somos ciudadanas y protagonistas de la historia de México.
YES SHE CAN busca garantizar una vida libre de violencia y exigir planes de erradicación, prevención y protección para las mujeres que sufren violencia de género.

¿Por qué lo hago?
“Practicamos un feminismo interseccional porque sabemos que estamos atravesadas por desigualdades y precariedades que nos ubican en lugares muy distintos frente al patriarcado, el trabajo asalariado, el cuidado, el consumo, el ejercicio de nuestros derechos, la formación y la participación ciudadana, por las diferencias que atravesamos algunas de acuerdo a nuestro origen, clase, edad, orientación sexual, identidad de género y capacidades, pero el paro es de todas y todos, en el feminismo hay un espacio para todas y todos y porque juntas y juntos podemos derribar un sistema que nos ha oprimido durante años y porque juntas y juntos es el único camino.
Porque he trabajado con mujeres árabes refugiadas en Alemania, porque conozco el proceso migratorio de las centroamericanas en su paso por México hacia Estados Unidos donde miles de mujeres son violadas, secuestradas y son víctimas de trata, porque conozco el proceso migratorio para poder acceder a una mejor calidad de vida en Alemania, porque mi piel es morena, porque me han racializado, porque me han discriminado, porque he sido víctima de violencia, porque soy mexicana y porque soy mujer.
Y sobre todo porque en un país donde el gobierno falla, los ciudadanos tememos la responsabilidad de actuar, el gobierno y el estado por muchos años han cerrado los ojos, pero también tenemos una sociedad omitida, poco empática, donde nadie quiere tomar responsabilidad.
Cada vez que una mujer es asesinada, violada o violada, no es sólo la violencia la que la está matando, también lo hace la ignorancia y el silencio. Porque preferimos dar cursos de resiliencia que enseñar a los hombres a no acosar a las mujeres, porque enseñamos a nuestras mujeres a cuidarse en lugar de enseñar a los hombres a no violar.
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