El corazón sueña la ventana lunar
entre colosales rondas de costillas
de esos atardeceres añejados que miran
hacia la cúspide que narra su tierra.
Luego se apoya en esa luz prestada
que sin ser vista observa y en polvo
se viste de las noches que atrapa
sin sentir cada inmortal latido.
Con el regreso al cielo y esas nubes
del oro vuelto el esternón universal
el sueño se forja en la trasparencia
que inaugura su dulce ensoñación.
Se admira con el motivo matinal
pero yace arrinconado por duendes
que en angustioso caminar sobre esa mar
que aletea con sus peces amaestrados.
El agua te regresa en su fluir la senda
que inunda el corazón ajeno con la gloria
para beber el asombro de la historia
clavada en el entrecejo y su memoria.
La certeza de la fe en lo incierto
agradece la distante juventud primera
y la ganancia de lo imperecedero
de pie en la cáscara que flota encendida.
Es el glorioso caos que funda y manifiesta
en su aplomada realidad un orden divino
con suave murmullo de inquietud vertida
a cada detalle y a cada encrucijada.
Sales del rincón y creas la voluntad del día
esos ecos con espuelas de búsqueda
de pasión anclada en el dormitar del árbol
que traduce la luz sin significación en destello de vida.
Uno extraña al extrañarse entre nuestros olivos
que ya buscan la divinidad del natural portento
que se hace humo en las manos y se vuelve
calma y felicidad nocturna. Y renuevas el vuelo.
Mi correo es ricardocaballerodelarosa@gmail.com