viernes, julio 26, 2024
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Uso de alcohol y estupefacientes en el encuentro sexual

Ante el empobrecimiento de la calidad de los encuentros sexuales que se han vuelto -ante la ausencia de deseo-, en un tipo más de «ejercicio» corporal; hombres y mujeres queriendo recuperar ese éxtasis que alguna vez fue parte de su vida sexual, recurren cada vez en mayor medida a paliativos como las bebidas alcohólicas y el uso de una u otra droga para que les ayude a sentir de nuevo.

El uso del alcohol es muy frecuente por su libre acceso en el mercado y su efecto inmediato de «des-inhibidor» o «facilitador» de las relaciones interpersonales y el encuentro sexual. Actualmente hombres y mujeres tienden a depositar en él la confianza para que, -bajo sus efectos-, los conduzca por esa senda deseada que no son son capaces de recorrer sin su ayuda y que los llevará a los territorios prohibidos del placer sexual. La dosificación en este caso es muy importante ya que después de ingerir más de la cuenta, lo único que lograrán será una borrachera.

Entre las drogas más utilizadas tenemos la cocaína y el éxtasis las cuales no sólo nos proporcionan momentáneamente una sensación de «placer incrementado» durante el encuentro sexual sino también una sensación de mayor energía sexual. La percepción subjetiva de estas agradables sensaciones duran mientras los compuestos activos de las diferentes drogas están en el cuerpo, después desaparecen y dan paso una serie de efectos secundarios que, -según las dosis y el tiempo de uso-, no sólo irán disminuyendo el efecto buscado, sin que dañarán nuestra salud de modo irreparable.

Lo cierto es que las personas enfrentan una serie de problemáticas que les impiden lograr sus expectativas en el terreno afectivo y sexual; muchas de estas dificultades derivan del hecho de no haber adquirido aún las habilidades sociosexuales necesarias (que se conocen como «falta de experiencia»). En estos casos, lo único que se necesita es: aprender ese arte, fortalecer la autoestima y así, consolidar el proyecto de vida deseado, evitando utilizar el alcohol como la única opción y vía rápida para llegar a ningún lado.

Otro tipo de problemáticas que solemos enfrentar, derivan de la búsqueda de encuentros sexuales -actualmente muy comunes-, que solamente requieren la «disposición y la oportunidad» de quienes participan, pero los cuales no sólo carecen de significado, sino que no nos conducen a la satisfacción esperada. Recurrir a una u otra droga que artificialmente incremente nuestra sensación de placer para solucionar este tipo de casos, es querer solucionar un error cometiendo otro error.

El camino de las drogas para tratar de mejorar nuestra vida afectiva y sexual -que indudablemente es un objetivo legítimo-, no es el mejor comparado con los beneficios a mediano y largo plazo que trae la atención profesional de cualquier dificultad psicológica que, -en algún momento de nuestra vida- nos esté impidiendo compartir, sentir y disfrutar del amor romántico y del amor sexual.

Maestro Alfonso Aguirre Sandoval

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