Sin duda que la industria de la moda es de las más contaminantes en el mundo, cada año emite más de 1200 millones de toneladas de gases de efecto invernadero y daña al menos el 20% del agua. Y aunque este problema engloba a todas las cadenas de moda, Shein lo hace aún peor, por sus envíos internacionales y el uso del poliéster en la mayoría de sus prendas para poder lograr precios tan bajos, aumenta el impacto ambiental.
Son pocos los gigantes textiles que se les considera como ‘low cost’, como el grupo Inditex, Mango o Cortefiel, y una de las cadenas que ha conseguido gran éxito en los últimos años a nivel mundial es Shein.
El diferenciador de Shein es que en su web podemos encontrar un catálogo infinito de prendas a precios bastante accesibles; además están disponibles en todas las tallas y las llamadas influencer´s de moda muestran los diseños ante las redes sociales como Instagram y Tik-tok.
A pesar de las ventajas, Shein presenta muchos otros inconvenientes que cuestionan su papel en el sector “fashion” y, por supuesto, a nivel laboral y medioambiental.
Sin duda Shein es una plataforma diseñada para crear adicción con su algoritmo. ¿Cómo lo hacen? «A través de reseñas incentivadas (con puntos canjeables para nuevas compras a cambio de publicar comentarios), vídeos de los usuarios y trucos para aumentar la frecuencia de uso».
Los precios de Shein son sin duda su éxito económico, ya que se apoya en bajos costos laborales, bajos costos de energía y escasos requisitos medioambientales; un detalle importante es que Shein no cuenta contiendas físicas, a excepción de alguna ‘pop-up’ temporal, por ello, está especialmente diseñada para aplicaciones móviles.
El sector de la moda, poco a poco, esta siendo más consciente de la necesidad de una evolución hacia la moda sostenible, de esta manera tanto consumidores como fabricantes se comprometen a un consumo responsable de ropa, ya que la industria ‘fashion’ es una de las más contaminantes.
Un dato curioso es que en Shein el 80% de quienes trabajan en la confección son mujeres, mientras que la mayoría de los jefes de fábrica son hombres, lo que además de aumentar la brecha de género, pone a las mujeres en mayor vulnerabilidad ante actitudes de acoso y discriminación laboral.
Te puede interesar:
