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Ser mujer en la guerra de Ucrania

La guerra ya es en sí un fenómeno que agrava las desigualdades sociales y afecta en mayor medida a los más vulnerables, por eso hoy hablaremos de qué implica ser mujer en la guerra de Ucrania: de las armas en combate a la violencia sexual y la trata.

La invasión rusa encabezada por Putin supone una triple amenaza tanto para las ucranianas que se han quedado como para las que han conseguido huir.

Los contextos de guerra exacerban la vulnerabilidad de las mujeres que se agrava por el impacto de la violencia armada, y el conflicto desencadenado por la invasión de Rusia a Ucrania no es una excepción.

Muchas ucranianas han decidido arriesgar su vida y unirse a la lucha armada. Otras han elegido o no han tenido más remedio que quedarse para ejercer otros roles como el de enfermeras, periodistas o cuidadoras, también poniendo en peligro su vida y no exentas de ser víctimas de violencia sexual.

Por otra parte, aquellas que han optado por huir no siempre han tenido un camino fácil y fuera del país corren el peligro de ser víctimas de trata en sus múltiples formas.

Todas estas nuevas amenazas se suman a la desigualdad estructural a la que tenían que hacer frente las ucranianas antes de que Putin iniciase la invasión.

La lucha armada

“Nuestra resistencia actual tiene un rostro femenino”, escribió la primera dama de Ucrania, Olena Zelenska, en su cuenta de Instagram.

En 2021, más de 57,000 mujeres ya formaban parte del Ejército de Ucrania. Según los datos del Ministerio de Defensa, representan un 23% del total de efectivos, mientras que en países como Rusia son tan solo el 4%.

Desde el inicio de la guerra, las cifras se han multiplicado. Muchas mujeres han decidido voluntariamente participar en las milicias civiles. Hay colas para inscribirse en las brigadas de defensa territorial.

La congresista Kira Rudik es una de estas mujeres, que anunció en sus redes sociales que aprendía a usar su fusil para luchar por su patria. Un caso similar es el de Anastasia Lenna, Miss Ucrania 2015, quien abandonó el Ejército para desarrollar su carrera profesional como modelo y ahora ha vuelto a filas.

Resistencia no armada

Ahora bien, no todas han tomado las armas. Hay millones de mujeres que permanecen en el país resistiendo y apoyando a las Fuerzas Armadas.

La casa de la abogada Olena Biletsky en Kiev se ha convertido en la sede de la Guardia de Mujeres de Ucrania. Embarazada de seis meses, decidió quedarse en la capital con su esposo y dos hijas.

Además, trabaja para alterar unas marcas ultravioletas que creen que hacen las fuerzas rusas para señalar objetivos.

Sobre el terreno, ayudan como médicas, transportan alimentación y otros bienes imprescindibles en el conflicto. También son cuidadoras. Cada una aporta lo que puede en esta situación de conflicto.

Las periodistas se han reinventado, especialmente las de moda. Han dejado de llenar líneas para hacer de reporteras y mediadoras para publicaciones internacionales que están deseosas de obtener la experiencia local. Las profesionales de la comunicación se han convertido en corresponsales de guerra.

El peligro de quedarse

En los conflictos armados las mujeres pueden sufrir una doble victimización. Por una parte, como en cualquier guerra, sufren la violencia física que puede llevarlas a la muerte. Por otra, a menudo son en sí mismas un instrumento de guerra. Sufren violencia sexual.

En numerosos conflictos, los cuerpos de las mujeres se han identificado como un «símbolo de honor». Además, el cuerpo femenino ha sido reconocido como un botín.

De hecho, las agencias de Naciones Unidas, Unicef y ONU Mujeres, hicieron un llamamiento urgente al Consejo de Seguridad para investigar las denuncias por abusos sexuales por parte de soldados rusos.

Tal es la situación que un grupo de adolescentes de la ciudad de Ivankiv, bajo el control de las tropas rusas, ha decidido raparse el pelo para resultar “menos atractivas” a los soldados y evitar que las violen, informaron varios medios locales.

Luchar desde fuera

El 24 de febrero, el presidente de Ucrania Volodímir Zelenski, impuso la ley marcial en todo el país y se prohibió a los hombres de 18 de 60 años salir del país para “garantizar la defensa del Estado”.

Desde entonces, miles de ciudadanos han abandonado el país huyendo de los ataques rusos. El 90% de los que llegaron a Polonia son mujeres y niños.

Pero marcharse del país para sobrevivir no significa abandonar la lucha. Son muchas las refugiadas que continuando apoyando al país de distintas maneras.

La bailarina Anastasia Gurskaya de la Ópera de Kiev actuó en el Teatro San Carlo (Nápoles) junto a la rusa Olga Smirnova para recaudar fondos y defender la paz en Ucrania.

El riesgo de la huida

Son más de cinco millones de personas ucranianas las que han conseguido salir del país, la mayoría mujeres y niños. Pero marcharse no siempre es fácil. Muchos tienen que recorrer cientos de kilómetros a pie, en trenes abarrotados o, los más afortunados, en coche, para ponerse a salvo.

En la huida, corren el riesgo de morir víctimas de un ataque. Para evitarlo, el Gobierno ha acordado en reiteradas ocasiones la apertura de corredores humanitarios.

Según la ONU, estos son zonas desmilitarizadas, limitadas en el tiempo y el espacio. Ahora bien, ucranianos y rusos se han acusado mutuamente de no respetar estos corredores.

Quienes consiguen huir tienen la ardua tarea de comenzar una nueva vida o, al menos, sobrevivir hasta que puedan volver a sus hogares. En este punto aparece una nueva amenaza: el tráfico de personas.

Las redes de trata se aprovechan de la vulnerabilidad de las refugiadas para acogerlas y después explotarlas de distintas maneras: sexual, laboral o mediante mendicidad.

Mujer, paz y seguridad

Las ucranianas están jugando otro papel fundamental para acabar con el conflicto y es el papel político. Aunque, según Naciones Unidas, su presencia es muy escasa.

En el conflicto entre Rusia y Ucrania, no son demasiadas las mujeres involucradas en las negociaciones. Ahora bien, aquellas que participan están ocupando un papel fundamental, como son los casos de Iryna Verschuk y Olena Zelenska.

Verschuk es la vicepresidenta primera de Ucrania y principal negociadora con Moscú de la apertura de los corredores humanitarios.

Desde que comenzó la invasión se convirtió en un símbolo de resistencia siendo la “cara y voz” del Gobierno de Ucrania. Además, junto a Kuleba (ministro de Asuntos Exteriores) forma el “núcleo duro” de la resistencia gubernamental.

Zelenska, primera dama de Ucrania, es el segundo objetivo para Putin. Si bien permanece escondida junto a sus hijos, se ha mantenido activa en redes sociales. Estas se han convertido en su mejor arma para mostrar su punto de vista, animar a sus compatriotas y denunciar las injusticias que se están cometiendo.

Sin duda, las mujeres están teniendo un rol fundamental en el conflicto y una solución pacífica exige que sean tenidas en cuenta, lo que no es más que cumplir con la normativa internacional.

Con información de El español.

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Aline Paz
Me considero una mujer librepensadora, sin ganas de convencer a nadie, pero con ánimo de cuestionar. Licenciada en Filosofía por BUAP y Maestra en Alta Dirección e Inteligencia Estratégica. En el ámbito educativo participé en diversos congresos académicos como revisora y ponente; además, colaboré con edición y artículos en revistas universitarias y empresariales. Así como en revistas independientes, culturales y de cine. En el ámbito laboral me he desempeñado en el sector público, en un área que me gusta, dependencias de asistencia social, en los tres órganos de gobierno, en temas de planeación y evaluación. En Revista Única soy miembro fundador y colaboro en las secciones de Sexualidad, Travel, Cultura, Tecnología y, con especial convicción, en temas de Feminismo.

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