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Robo inusual germina felicidad

—“La eternidad posibilita sus aspiraciones eternas. Si baja a los hombres oblitera la ansiosa Fatalidad para dejar que la vida sobreviva. Tal dominio que nos acompaña ilumina y tarda en iluminarse para ser comprendido.

¡Nos han robado nuestra hora de muerte y el conocimiento de la finitud lacerante!

Pero cual guardagujas mantiene la invisible salvaguarda que invisibiliza aquellos efectos que inmunizan los rieles que yacen juntos pero no revueltos.

Invisibles y eternas salvaguardas que presiden lo que somos y podemos ser. Maravillosa hipótesis falsa que corona verdadera hipótesis. Ocultamos la profunda Fatalidad y sobrevivimos. Tu salvación depende de este dominio que te acompañará”.

Sí, lo había soñado. Sí, pero ahora delante no era sueño. Sí, había escuchado con atención al sacerdote aliado de Zósimo. Sí, ahí estaba sobre el cuenco de quince escalones y quince alternativas hacia la eternidad y el fuego mortuorio de las tinieblas que ocultaban su color.

Sí, levantaba su cuerpo gris y con él hervían personas que no hervían pero se elevaban por entre la palidez del ambiente cuajado de aquel cuerpo que hervía. Sí, lo veía y me hablaba como el eco de la eternidad que en segunda voz decía mira bien lo que estás a punto de ver y oír. Sí, y lo veía y olía y escuchaba decirlo una y otra vez: ¡Nos han robado nuestra hora de muerte!

Tal afirmación había helado la sangre. Pero bastó tenerla cerca para desentrañar el secreto. Hervía dentro de mí por dentro del agua que hervía entre tumultos que hervían por el eco que clamaba el fin de esa hora, la Fatalidad.

Del olvido de historia y muerte provino cuanto se encamina de alfombra inhiesta de fe que aflora su diletante proyecto reconstruido paso a paso.

Volteamos a la fiesta y al levantamiento de aquello que levanta la vida y al mismo tiempo utilizamos la espada espiritual para cortar la raíz del miedo y poder vivir.

Esperanza de vida inmanente a la vida misma. Vid como vida y ved como verse ver la vida. La Felicidad que viene y adviene Fortuna y Ventura. Toda Ilusión que conmueve. El gran Gusto como Espera de la Alegría del Emprender. La felicidad por ser total es temporal y pende del azar y de la suerte de tener y tenerse en el fluir individual.

¿Pero y el hueco que da sentido al olor de la tierra?

La gran felicidad que cae por el peso de su fragilidad planeada y controlada y producida. El tren sin las vías que corre noctámbulo y embozado. Buscamos control y dominio de todo. Dejar que lo invisible haga visible el cartón sobre la piedra que cimenta el astro que atestigua la elevación filtrada aunque delgada. La actuación para esta cáscara sombría que aún me posee.

El maquillaje tiene cada relato diferente y delimita veloz los secretos que han dejado de provenir de estas cosas maravillosas, entre que teje desgracia, humillación, infortunio, miseria.

El pasillo queda a oscuras con su tragedia de felicidad y Fatalidad en tanto construye su propia felicidad lanzándose sobre la ajena.

Y atrás se abjura y reconoce la hora fatal como dado de dos caras de felicidad.

Mi correo es ricardocaballerodelarosa@gmail.com

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