Anna Wintour es, sin exagerar, la mujer más poderosa de la industria de la moda contemporánea.
Nacida en Londres en 1949, la actual directora de Vogue USA y también de contenido global de Condé Nast, se estrenó en el periodismo de moda a los 20 años, cuando fue contratada en Londres para Harper’s & Queen.
En los setenta fichó por la revista Harper’s Baazar y se trasladó a Nueva York.
Tras encadenar diversos trabajos, en 1983 entró en la edición norteamericana de Vogue como responsable creativa.
Su buen hacer se vio recompensado con un puesto de directora de la edición británica que la devolvió, temporalmente, a la capital británica.
Volvería a Estados Unidos para ponerse al frente de la publicación House & Garden y, un año después, convertirse en directora de Vogue, un puesto que lleva ocupando desde hace casi tres décadas.
Arriesgada y controvertida, en su primera portada mezcló un suéter de pedrería de Lacroix con unos vaqueros de Guess.
“En el primer número de septiembre que hice yo, cuando quiera que fuese eso, puse a Naomi Campbell en la portada. Recuerdo que en esa época teníamos que enseñar la revista a la dirección. Cuando se la mostré se hizo un silencio total, porque no podían creer que hubiese puesto a una modelo afroamericana en la portada del número de septiembre –el que más páginas y más anuncios tiene, la verdadera biblia del diseño de la temporada–. Entonces se consideró muy arriesgado”, rememoró.
Bajo su mandato han aparecido en las portadas de Vogue primeras damas –Hillary Clinton y Michelle Obama–, la plana mayor de Hollywood y hasta celebrities 2.0. como Kim Kardashian.
“Sabíamos que iba a impactar a todo el mundo. No se puede hacer algo así en todos los números. Hay que tener un equilibrio entre las portadas más tradicionales y algo que sea muy sorprendente. Vogue tiene que ser una autoridad, no puede ir demasiado por delante, ni tampoco demasiado por detrás. Hay que saber exactamente cuándo traspasar los límites”, aclaró.
En 2003, Wintour pasó a la historia después de que una de sus asistentes, Lauren Weisberger, publicara el libro El diablo viste de Prada, una novela cuyo personaje central se inspiraba en ella.
La adaptación cinematográfica, protagonizada por Meryl Streep, fue un éxito.
Poco después, el documental The September Issue vendría a confirmar, de su propia boca, la mano de hierro con la que Wintour opera en la industria.
De ella se dice que tiene tanto poder que un solo gesto suyo puede encumbrar o hundir la carrera de un diseñador.
Comprometida con elevar la moda a la categoría de arte, organiza, junto al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, una exposición anual que se ha convertido en un verdadero acontecimiento mundial.
Ajena a las tendencias, se mantiene fiel a una estética marcada por cuatro elementos esenciales: un corte de pelo bob con flequillo, unas sempiternas gafas de sol negras de Chanel, unas sandalias de Manolo Blahnik y unos abrigos, de corte similar, firmados por Oscar de la Renta, Chanel, Fendi, Givenchy o Prada.
Así es Anna Wintour, quien hoy cumple 72 años.
Con información de Vogue.
A. M.