Con la ilusión de ganar mucho invirtiendo casi nada, las personas en esta época navideña se animan a participar en los juegos de azar, un ejemplo es la lotería.
Un juego de gran tradición en nuestro país. Ganarse la lotería representa cambiarnos la vida, sobre todo, en el aspecto económico.
Existen otros sorteos de universidades en los que podemos ganar viajes, casas, automóviles, aparatos electrónicos, dinero en efectivo y becas educativas.
Un poco de historia. Lotería Nacional en México es la más antigua de Latinoamérica, se fundó por mandato real el 7 de agosto de 1770, en medio de las reformas con las que el rey Borbón Carlos III de España convulsionaría al territorio que hoy es México, con el nombre de Real Lotería General de la Nueva España.
El primer sorteo se llevó a cabo el 13 de mayo de 1771: se jugó por un monto equivalente a unos $84,000 pesos actuales y fue celebrado en el antiguo ayuntamiento de la Ciudad de México, que a la fecha continúa albergando la sede del gobierno de la capital.
La Lotería fue incluyente desde el principio: los billetes podían comprarse en cuartos, medios y enteros, por $1, $2 y $4 pesos respectivamente; esto con el objetivo de que incluso las personas de escasos recursos tuvieran la oportunidad de participar en ella. Pero no fue sino hasta 1781 que se hizo la primera donación a la beneficencia, destinada al Hospicio de Pobres.
El 2001 fue un año crucial para la historia de la Lotería, ya que 231 años después de su creación, las niñas mexicanas tuvieron la oportunidad de convertirse en “Gritonas”, grupo tradicionalmente integrado por varones.
Además, por primera vez desde 1770 un presidente mexicano (Vicente Fox) encabezó un sorteo, honor reservado a destacadas personalidades de la vida pública de nuestro país, pero nunca hasta entonces al primer mandatario.
Regresando al aspecto psicológico y social del por qué una gran cantidad de personas juegan a la lotería, algunos psicólogos señalan que jugarla, rencarna la promesa de un cambio, abre la puerta a un mundo de ilusión y fantasía.
Pero, ¿por qué compramos Lotería de Navidad, además de para poder ganar? Es la pregunta que hace la revista Muy interesante.
Y es que la Lotería de Navidad es un evento cargado de emoción y tradición, uno de los símbolos navideños por excelencia. A pesar de que sabemos que, desde el prisma de las matemáticas, las probabilidades de que seamos los afortunados son ínfimas: la probabilidad de que cada décimo sea premiado es del 0,001%. Esto no impide que millones de personas juegue todos los años.
“El elemento determinante para que esto ocurra reside en nuestro cerebro social y en la capacidad que tenemos para imaginar y activar emociones. Pero al mismo tiempo también somos capaces de anticiparnos al miedo de quedarnos sin un décimo y que toque en nuestro lugar de trabajo”, refiere la revista muy interesante.
En este contexto la dopamina desempeña un papel esencial, bañando molecularmente estructuras anatómicas relacionadas con el sistema límbico.
La explicación antropológica y psicológica es que el ser humano juega para divertirse y para demostrar su superioridad ante el azar.
Es aquí en donde entran en funcionamiento el deseo de influir en el devenir de los acontecimientos a través de la superstición como una forma de poder ejercer ese control.
Además, en la ecuación de por qué jugamos a la lotería debemos introducir otras variables como la esperanza, las aspiraciones personales, un modo de aspirar a una vida con más comodidades y seguridad económica, al tiempo que alimentar la emoción que genera la incertidumbre.
Por ello, en esta temporada hagámoslo sabiendo que esos recursos económicos que se recaudan serán utilizados para beneficio social, para los niños y ancianos que más lo necesitan.
A todas y todos los que hayan comprado un billete de la lotería, les deseo la mejor de las suertes. Ojalá ganen mucho y lo compartan para dar felicidad a sus seres queridos y a otras personas.
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