Octubre se ha pintado de rosa. Este mes, desde cada rincón del país, el emblemático tono resuena con un mensaje claro: prevenir el cáncer de mama.
Las calles, redes sociales y medios se inundan con campañas, selfies de celebridades con su lazo rosa y promesas de políticos que, con la mejor intención (o no), claman estar comprometidos con la causa. Pero, ¿es suficiente pintar el mundo de rosa una vez al año?
Las cifras son alarmantes, según el Instituto Mexicano del Seguro Social, cada dos horas, una mujer en México pierde la batalla contra esta enfermedad. Con 2.3 millones de casos nuevos a nivel global, se ubica como la principal causa de muerte en mujeres en nuestra nación.
Hoy, las tasas de incidencia en países desarrollados son más altas, pero es en naciones en vías de desarrollo donde las tasas de mortalidad son más agudas. En México, solo en 2020, se estimaron 29 mil 929 nuevos casos y lamentables 7,931 muertes por esta enfermedad.
Pese a este panorama, los esfuerzos en prevención, diagnóstico y tratamiento no deberían ser relegados a un mes al año, ni deberían convertirse en una herramienta de relaciones públicas. Es imprescindible trascender la superficialidad del acto simbólico y encaminar acciones concretas. Las campañas tienen su valor, pero la sensibilización debe ir acompañada de educación y accesibilidad a servicios de salud.
Los factores de riesgo asociados al cáncer de mama van más allá de la genética y se entrelazan con nuestro estilo de vida. El tabaquismo, la dieta, la obesidad y el consumo excesivo de alcohol son solo algunas piezas del rompecabezas. Y si bien la autoexploración y la mastografía son vitales para la detección temprana, es esencial que la sociedad conozca y comprenda estos riesgos.
Pero, ¿qué pasa después del diagnóstico? ¿Dónde está el apoyo post tratamiento, el seguimiento y la rehabilitación? Aunque la detección temprana ha mejorado las tasas de supervivencia desde 2006, aún existen obstáculos significativos en el camino hacia la recuperación y la prevención.
Este Octubre Rosa, mientras vemos a las personalidades y líderes políticos ponerse sus lazos, es esencial exigir más que gestos simbólicos. Es vital exigir políticas concretas, educación y recursos adecuados para enfrentar esta enfermedad.
Estamos ante una oportunidad única, no solo de concientización sino de acción. Y mientras yo, la chica «única», escribo estas líneas, invito a cada lector a ir más allá del lazo, a actuar, educar y apoyar, no solo en octubre, sino todos los días del año. Porque detrás de cada estadística hay una historia, una lucha y una esperanza que no debe apagarse.
Cambiando un poco de tema me quedé sorprendida por la decisión del Consejo Estatal de Morena al elegir a los perfiles que serán encuestados en esa lucha por la candidatura a la gubernatura. Pero sólo haré referencia a las mujeres.
No diré nombres, pero habrá señales y es que no entiendo como un partido decide dejar fuera a un perfil que nació en el partido, crece en él y seguramente morirá políticamente ahí.
Además, es un perfil joven, con estudios de maestría y un doctorado en camino.
Tiene sus ‘haters’, pero también sus fans.