Tantas miradas cruzaron mi vista, visiones de una realidad que me incluía casi siempre anónimamente. Muchos escenarios de tristeza y pena. Las arcas llenas en rostros de infantes que abren espacios de esperanza y futuro.
Luego días caídos y áridos, con ángeles crispados que dejan de alegrar espacios y almas. También horas de placer, con los deseos tiernos que crecen contra toda posibilidad de satisfacer un dulce despertar en amados brazos. Y el punto distante, siempre envuelto de razones, conque se cerraban las sombras que hacen elevar esa luz de incienso que dispara el olor de lo nuevo.
Pero, ante todo, como ácido que deja crecer el próximo nido de amor, siempre y con la nitidez del escaso transparente mar, siempre y con el talento del infinito concentrado en tus ojos, siempre ese botón que esparce entre mis ojos las mariposas y la redondez de felices botones.
Mucha gente leerá estos signos, pero pocos, quizás dos o tres, entenderán los secretos de una vida que empieza al revivir la estafeta prendida al paso siguiente en busca de la nobleza del tiempo que no se deja escudriñar. Pero todos entenderán de qué hablo y lo llevarán muy dentro.
Ya lejos hay esa semilla que sembramos entre bullicios y miradas inocentes que jamás verán la naturalidad del sol humano. Tal vez por eso sonrío de vez en cuando y las alas del costado levantan mi cabeza para descifrar garabatos. Mi correo es ricardocaballerodelarosa@gmail.com
