El amante es el único que contempla su mágico discurso entre lunas encendidas y sufre, desinhibido e incólume, al vislumbrar, antes que los demás, los artificios del amanecer anticipado de su destino, que llega como reinicio de sus pétalos de mariposa.
El amante descifra sus causas cuando pausa, entre cortes de luna y voces, los contornos que vierten las siluetas del otro que ama, al mecer con la cavidad del viento los navíos que se estrellan en rescoldos vacilantes, que renacen al descubrirse como amantes.
El amante relata los suspiros alados, dice lo que calla el tiempo, agota el espacio del ocio, tortura la espera y revela al sueño sus dotes escondidos, por eso es tenue, lento y desafiante, inquieto al impulso, poderoso al tacto, aventurado al deseo y abierto al grito de la angustia y la aceleración corporal.
El amante hace el cuento del héroe, escribe la esperanza del acontecer cifrado en su momento, prueba la fe de las violetas, rellena la sexualidad de las cosas, aglutina con sus labios el destemplado placer del desnudo, de la desnuda, de aquellos desnudos, de quienes desaparecen como tiniebla en el alba para reaparecer bajo el escombro de un abrazo final.
El amante retarda la violencia para llevarla en las manos y adelanta la calma para tatuarla en el alma, masajearla con los vasos de Venus, arrastrarla por entre rendijas del corazón que madura apenas atisba el sabor nocturno y el candor que perfora sentidos.
El amante eres, el amante fuiste y como amante volverás un día: la opción escondida del sentido de vida que como plantas acomodan sus frutos en territorios arenosos, detrás de las orejas, en el vuelo del colibrí, en los callados nocturnales de los ángeles.
El amante oye a los pájaros y despliega sus alas en álamos del vientre, bajo la sensación del amor, en medio del rincón amado, en la mañana que aletea esas ganas de hacerte amante, mi amante, la amante, el amante, la perfección amante del discurso mágico que te ama. Mi correo es ricardocaballerodelarosa@gmail.com