Si Emilia Pérez gana un Óscar, no será por su guion, dirección o actuaciones.
Será porque Lisa Taback y su equipo lograron construir la narrativa correcta en el momento adecuado alrededor de la gente indicada para que gané Emilia Pérez.
Esto no significa que la película carezca de méritos, sino que en la industria del cine, el talento rara vez es suficiente.
Existen cientos de películas excelentes cada año que nunca llegan a los Óscar porque no tuvieron la estrategia adecuada detrás.
En contraste, hay filmes mediocres que terminan ganando simplemente porque su campaña publicitaria y de relaciones públicas fue mejor ejecutada.
Lisa Taback lo sabe mejor que nadie. Y si Emilia Pérez se lleva una estatuilla dorada, no será una victoria de la película en sí, sino de la estrategia de relaciones públicas que supo jugar mejor el juego.
El factor incontrolable: las redes sociales en Emilia Pérez
Sin embargo, hay algo que ni Taback ni ningún estratega podrá controlar del todo: las redes sociales y la conversación del público de a pie.
La prensa escrita puede ser manipulada con exclusivas, entrevistas y eventos estratégicos, pero en plataformas como X (antes Twitter), TikTok, Instagram y foros de cine, la narrativa no siempre se ajusta a lo que las grandes campañas quieren imponer.
Todas las películas juegan el juego de los Óscar
No nos engañemos: todas las películas que llegan a los Óscar están jugando el mismo juego.
No es una cuestión de “pureza artística” ni de “justicia cinematográfica”. Es política, estrategia y relaciones públicas.
Lo que estamos viendo con Emilia Pérez es una jugada clásica de Hollywood.
Alguien tenía que pagar los “platos rotos” en la narrativa de la fallida campaña de promoción, y ese alguien fue Karla Sofía Gascón.
Su exclusión estratégica responde a la necesidad de enfocar la conversación en otros aspectos más manejables de la película. ¿Será suficiente para que la película se lleve algunas estatuillas doradas?
Si lo logra, no será por su calidad. Será porque Lisa Taback y su equipo hicieron su trabajo. Como siempre.
Por Guillermo Castelan
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