Parece que en el S XXI, la eterna discusión entre sí el amor o el sexo es lo más importante en una relación de pareja se mantiene intacta con fervientes defensores y defensoras de uno y otro lado. Sin entrar a analizar el contenido de los argumentos que se exponen para defender una u otra posición ya que sería una lista interminable, les describiré brevemente lo más interesante de esta discusión.
Para algunas personas (especialmente hombres), una relación de pareja tiene que empezar por la atracción física sexual ya que eso aseguraría una buena relación. Afirman que una vez consolidado ese vínculo pasional, vendrían los sentimientos amorosos a fortalecer la relación. La atracción física sexual se complementaría en algún momento de la relación con el vínculo amoroso dando como resultado al famoso sexo con amor. Sin embargo, siendo mal pensados, puede ser que el sexo inicial no de paso al amor y la relación se conforme con el conocido sexo sin amor.
Las personas (especialmente mujeres), que se inclinan por considerar que el amor es prioritario para iniciar una relación de pareja y que en algún momento, ese sentimiento daría paso a la intimidad sexual, nos pondría frente al anhelado amor con sexo. Sin embargo, también es posible que el amor inicial no de paso al sexo y se quede como el simplón amor sin sexo.
En resumidas cuentas, si la relación inicia con el sexo tendríamos dos posibilidades, sexo con amor o sexo sin amor. Asimismo, si la relación empieza con el amor tendríamos también dos posibilidades, amor con sexo y amor sin sexo. Habría que considerar una quinta posibilidad en la que amor y sexo aparecen al mismo tiempo.
Aunque el sexo sin amor y el amor sin sexo son los tipos más comunes entre las parejas, -son al mismo tiempo-, los que menos merecen nuestra atención cuando se trata este tema, excepto cuando generan problemas. La variante más escasa estadísticamente y de la que más se habla es aquella en la que el amor y el sexo se confunden porque aparecen al mismo tiempo.
Cuando la relación de pareja se inicia por la atracción física y el deseo sexual y en algún momento posterior se despiertan los sentimientos amorosos, estos -según lo esperado-, deberían fusionarse sin que ninguno de ellos perdiera importancia. Hay que decir que esta posibilidad no es la nada común ya que -por algún motivo-, cuando el sexo va bien al inicio, la irrupción de los sentimientos amorosos tiende a competir y muchas veces a desactivar el deseo sexual lo que da paso a la opción amor sin sexo. En estos casos, para que el sexo funcione debe conservar su propio espacio separado del espacio que correspondería a la expresión de los sentimientos amorosos.
En el amor con sexo (que es el modelo ideal del romanticismo), la relación debería iniciarse con el despertar de los sentimientos amorosos que vinculan emocionalmente a la pareja y esa confianza y cercanía daría paso «naturalmente» al deseo y la actividad sexual. Este paso «natural» del amor al sexo no siempre se da y la relación puede permanecer indefinidamente como amor sin sexo.
Hay que considerar que las descripciones antes hechas son dinámicas y pueden cambiar momentánea o perdurablemente. Lo importante es que las personas involucradas en una relación identifiquen las características predominantes de su interacción y puedan -de mutuo acuerdo-, ir haciendo pequeños ajustes que los llevarán a sentirse plenos tanto en el terreno sexual como en el amoroso. Obviamente también tenemos la opción psicoterapia.
Por Alfonso Aguirre