Si miro el cielo me agota su grave infinito.
Con los pies en tierra ando suelto y leve.
La mano en el corazón agrava sentimientos
que luego alivianan si respiro y canto.
Luego imagino el sentido de mi escritura
y lo veo elevarse con la espuma del mar
así vaciarse con montañas de polvo
para llegar a ti diáfanas tal si tersas.
Creo los años me hacen comprender
que voy a cada paso en la gravedad
que luego se relaja con el aire
y crea dentro el fuego poderoso
ese que consume el peso de recuerdos
pero que delata lluvias de dolor
si se mecen con metas insatisfechas
o colores ahumados por odio y rencor.
Voy con la sensación de la vejez
pero libera ese llanto del niño feliz
o la niña que fuimos o quisimos ser
pero que dejamos ir para que volara.
Mis costillas se curten con los misterios
que luego plasman los juegos perdidos
entre risas y llantos de los amigos
que me regresan al libre albedrío maldito.
No sé ustedes compañeros de viaje
pero poco he podido con esa libertad
anclada en la razón suprema del pensar
ante mis garabatos obscenos de humanidad
tal vez porque pensar me cuesta tanto
y reír y brindar me hacen leve este vivir
que si bien se mira absurdo y torpe es
pero que vale la pena habitarlo como se pueda.
En fin ¡qué más puedo hacer!
si no puedo liberar la gravedad de su peso
y dar alas al mundo para dotarlo de vuelo
y darme un tibio espacio intermedio.
Mi correo es ricardocaballerodelarosa@gmail.com.
