El estudio y la investigación en psicología y psicoterapia han pasado de ofrecernos una sola definición de salud mental y una sola forma de lograrla (a través de un tratamiento estereotipado), a ofrecernos distintas opciones entre las que podamos seleccionar el tipo de tratamiento que mejor se adapte a nuestras necesidades y propósitos.
En algún momento de la historia reciente de estas disciplinas, se abrió la posibilidad no solo de acceder a un tratamiento individual sino que apareció la terapia pareja, la terapia familiar y la terapia de grupo que vinieron a identificar e integrar aspectos de la salud mental (estar bien) que se dejaban de lado en los tratamientos individuales y que son fundamentales para comprender y resolver el problema.
Un poco antes de esto, cada escuela psicológica (psicoanalítica, conductista, gestalt, etc.) había derivado procedimentales psicoterapéuticos propios con diferencias claras entre unos y otros que se ofrecían por su nombre: terapia analítica, terapia gestalt, etc.) Actualmente es posible escoger un tratamiento en función del objetivo que la persona persigue y no de la escuela psicológica que lo ofrece, facilitando el acceso a la psicoterapia a quienes no saben ni quieren saber nada de las teorías psicológicas subyacentes porque no hace falta ese conocimiento para atenderse. Por ejemplo, si la persona está interesada en entender algún aspecto particular de su forma de ser, de su comportamiento o personalidad, tiene la opción de buscar un tratamiento que le ayude a lograr ese objetivo de forma específica. Asimismo, si se quiere resolver un problema individual o de pareja porque está afectando su vida -sin necesariamente intentar comprenderlo-, también puede buscar esa opción de tratamiento. Además, si la persona quiere modificar o mejorar algún rasgo de su comportamiento o personalidad podrá hacerlo buscando quien ofrezca es opción sin tener que seguir un procedimiento convencional que no tenga nada que ver con su objetivo.
Cada vez menos personas están dispuestas a tomar un tratamiento psicoterapéutico «a ciegas», del tipo: a ver qué aparece como ocurría en el pasado. Y dado que la búsqueda, selección y priorización del objetivo de la atención psicológica recae en la persona interesada (cliente), ésta tiene todo el derecho a que el profesional responsable, le ofrezca la información básica necesaria sobre el tratamiento (tipo de tratamiento, objetivo, duración, costo, seguimiento, etc.) en función de la evaluación que éste haga inicialmente (en las primeras sesiones), acerca de su situación problemática en el contexto de su personalidad. Así, ella tendrá todos los elementos para evaluar si el tratamiento que va a tomar o está tomando es el adecuado o no antes de que el tiempo pase y el dinero se gaste inútilmente.
Por: Maestro Alfonso Aguirre Sandoval