El comportamiento sexual contemporáneo se ha alejado rápidamente de su normatividad tradicional basada en creencias, tradiciones y la moral religiosa y social que hacía énfasis en la monogamia, la heterosexualidad y la reproducción bajo el dominio masculino y que estigmatizaba cualquier otra actividad sexual.
Ninguno de estos ejes ha resistido a la dinámica interpersonal moderna que está permitiendo cada vez más, compartir derechos y obligaciones de forma igualitaria entre hombres y mujeres; que ha desplazado a la reproducción como objetivo básico del encuentro sexual; que considera a la heterosexualidad una opción al mismo nivel que la heterosexualidad y que le concede a la monogamia, un valor igual a cualquier otro tipo de relación.
La serie de palabras que ahora utilizamos para justificar nuestro comportamiento sexual son: libertad, independencia, igualdad, respeto, salud, autenticidad, género, etc. y que derivan de dos grandes tendencias de la sociedad occidental 1.- creer que las decisiones individuales están por encima de los grandes referentes biológicos y sociales y 2.- creer que el paradigma «salud enfermedad» es mejor para entender el comportamiento sexual que el viejo paradigma «bueno malo».
Los comportamientos que eran moralmente reprobables e inadecuados en la Antiguedad… ¡perdón!, digo solo hace unos años; eran generalmente aquellos cuyo ejercicio no conducía a la reproducción ni a buscar las condiciones necesarias para la formación de una familia. Entre ellas tenemos la masturbación, la homosexualidad y el lesbianismo, así como también la actividad sexual fuera de la relación de pareja, el intercambio de pareja, los tríos sexuales, etc.
Bajo la nueva normatividad, todo lo anterior se deja de lado y se trata de priorizar lo que supuestamente le daría autenticidad al comportamiento sexual, esto es, que sea una decisión personal libre, independiente de cualquier interferencia social; quizás con la única condición de que esa decisión no afecte a la persona misma ni en caso, a otras personas; los convencionalismos morales y sociales son taras de un pasado represivo.
Entiendo que no todas las personas estarán de acuerdo con esta nueva tendencia en el terreno del comportamiento sexual y mi propósito al hacer de ella una breve descripción, tampoco es la de sugerir que así deba de ser. Sin embargo, es importante tomar consciencia de esos cambios y no seguir repitiendo mecánicamente que el pasado era mejor, sino situarnos en el presente y tomar una posición argumentaba frente a ellos, lo cual ayudará a que las y los jóvenes en general y especialmente nuestros hijos e hijas, orienten de mejor manera su comportamiento sexual.
Maestro Alfonso Aguirre Sandoval