A ver, hablemos de algo que me toca los nervios cada que manejo por el Periférico Ecológico: los taxis pirata.
Sí, esos autos viejos, oxidados y repletos de gente que parece estar a punto de salirse por las ventanas. Es inevitable toparte con ellos, sobre todo en horas pico.
Y no es que uno vaya por ahí con la paciencia de una santa, pero, ¡por favor! Estos coches tienen la capacidad para cinco personas, pero no es raro verlos con siete u ocho apretados como sardinas. ¿El cinturón? Ni soñando. ¿Y la prudencia al manejar? ¡Ja! Eso no viene incluido.
Yo los veo en cada incorporación, metiéndose de manera imprudente y, claro, te sacan la mano como si con eso justificaran haberte aventado el coche.
No importa cuántas veces me haya tenido que frenar de golpe porque se les ocurrió atravesarse. Y ni me hagan empezar con esos momentos incómodos donde, de tanto tráfico, terminamos tan pegados que casi puedo tocar al conductor si estiro mi mano. Sí, es en serio. Una vez casi le pregunto al chofer si se había quedado sin pastillas de freno.
Lo cierto es que estos taxis pirata no sólo son un caos en el Periférico, sino también un peligro. Ahí los ves, detenidos en puntos estratégicos, con la gente haciendo fila para subirse a esos ataúdes sobre ruedas.
Y mientras yo, desde mi ventanilla, me pregunto: ¿cuánto pagarán por ese viaje al borde del infarto? Supongo que más de 20 pesitos, pero con la llegada de la Línea 4 de RUTA, eso se acabará. Al fin, la solución que todos estábamos esperando.
Ahora bien, pongámonos serios un minuto (sólo uno, lo prometo). ¿Qué va a pasar con esos conductores? Sí, esos mismos que a veces me sacan canas verdes en mis peleas viales, pero que al final del día, también buscan llevar comida a la mesa.
Esta ha sido su chamba, su modo de vida. Y ahora que llega la Línea 4, ¿qué sigue? ¿Se irán a trabajar a plataformas como Didi o Uber? Aunque, la verdad, dudo que esos carritos viejos y destartalados cumplan con los requisitos.
Pero, ojo, no todo es queja. Los taxis pirata nacieron porque había una necesidad de movilidad que nadie estaba cubriendo. Eran ilegales, sí, pero llenaron un vacío que los sistemas de transporte “legales” ignoraban.
¿Y ahora? Con la llegada de la Línea 4, quizá se resuelva este problema, pero se creará otro: el futuro incierto de estos conductores. Y la verdad, aunque como conductora me saquen de quicio, no puedo evitar preguntarme: ¿qué va a ser de ellos?
En fin, mientras esperamos a que todo esto se aclare, seguiré esquivando taxis pirata en mi trayecto diario por el Periférico. Porque aunque pronto la Línea 4 sea la salvación para los usuarios, a los conductores les espera un cambio de vida… y a nosotros, por fin, un poco de paz en el tráfico.
La Chica Única