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La jugada del PRI: ¿Una traición o una estrategia?

El escenario político en Puebla se torna cada vez más complejo a medida que se acerca la elección del 2024.

El reciente movimiento del PRI, al recibir con los brazos abiertos a Nancy de la Sierra, es un reflejo claro de las tensiones y estrategias que se están tejiendo en el tablero político. A primera vista, parece una jugada audaz, pero con un trasfondo que puede interpretarse como una traición a dos de sus perfiles más fuertes: Blanca Alcalá y Lucero Saldaña.

Nancy ha tenido una travesía política que abarca múltiples colores y alianzas, y el hecho de que haya vestido el color guinda de Morena en un momento crítico en la política mexicana puede generar suspicacias.

Su regreso al PRI no es un movimiento casual. La lectura subyacente es que Nancy tiene la mira puesta en la alcaldía de Puebla. Sueña con hacer pareja con Eduardo Rivera, quien ya fue destapado por el presidente de AN, Marko Cortés.

Y, si bien las voces femeninas han ganado relevancia en el panorama político nacional, la pregunta es: ¿por qué Nancy y no Blanca o Lucero?

Blanca Alcalá y Lucero Saldaña han sido perfiles fuertes y consistentes en el PRI. Su lealtad al partido, su trayectoria y el reconocimiento popular las posicionaban como candidatas potenciales en las elecciones venideras. Por eso, el regreso de Nancy, un perfil que ha demostrado ser más volátil, es un parteaguas. Plantea la interrogante de qué promesas y acuerdos se están cocinando tras bambalinas.

La declaración de Nancy es reveladora: “No me tengan miedo, vengo a sumar y no a restar… pero que necesitamos ya pasar la estafeta, muchachas”. Con estas palabras, Nancy busca posicionarse como una renovación, como una nueva voz que viene a complementar, no a eclipsar.

Pero la realidad es que su regreso plantea un desafío directo a Blanca y Lucero.
Blanca Alcalá, en particular, ha sido una figura que ha mantenido su lealtad al PRI a pesar de las adversidades y del declive del partido. Ella ha estado allí en los momentos más difíciles, defendiendo sus colores y trabajando por su fortalecimiento. Y aquí radica la traición percibida: ¿es justo que un perfil que abandonó el barco en tiempos tormentosos regrese para reclamar un lugar que otros han sostenido con firmeza?

Este escenario nos recuerda que la política es un juego de poder, donde las lealtades, la trayectoria y la integridad pueden ser sacrificadas en el altar de la conveniencia y de la estrategia. El PRI, con este movimiento, ha dejado claro que está dispuesto a jugarse todas sus cartas para recuperar Puebla, incluso si eso significa alienar y eclipsar a sus figuras más leales y reconocidas. Solo el tiempo dirá si esta apuesta resulta ser ganadora o si se convierte en el epitafio de un partido que, en su búsqueda de relevancia, olvidó sus propias raíces.

Hasta acá mi apunte.
No olviden que “Entre mujeres podremos despedazarnos, pero jamás nos haremos daño”.

La Chica Única
@lachicaunica_

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