En un hito sin precedentes, Colossal Biosciences, una empresa de biotecnología con sede en Dallas, anunció en abril de 2025 que logró crear tres ejemplares vivos con características del extinto lobo terrible (Aenocyon dirus), especie que desapareció hace aproximadamente 12.500 años.
Los animales, bautizados como Rómulo, Remo y Khaleesi, fueron generados mediante sofisticadas técnicas de edición genética y actualmente residen en una reserva ecológica en Estados Unidos, bajo constante monitoreo.
¿Cómo se logró «revivir» al lobo terrible?
El proceso comenzó con la secuenciación de ADN antiguo extraído de fósiles de entre 11.500 y 72.000 años de antigüedad. A partir de esta información genética, los científicos identificaron 14 genes clave relacionados con las características distintivas del lobo terrible, como su gran tamaño, poderoso cráneo y pelaje adaptado a climas extremos. Luego, emplearon técnicas de edición genética —principalmente CRISPR-Cas9— para introducir esas modificaciones en células de lobo gris (Canis lupus).
Los embriones resultantes fueron implantados en perras domésticas, que sirvieron como madres sustitutas. Al nacer, los cachorros presentaban varios rasgos morfológicos propios del lobo terrible, aunque su genoma no es una réplica completa del original: se trata de un híbrido diseñado para parecerse y comportarse de forma similar a sus ancestros extintos.
¿Es realmente una «desextinción»?
La comunidad científica ha recibido este anuncio con una mezcla de asombro y escepticismo. Especialistas advierten que no se puede hablar técnicamente de una desextinción, dado que el genoma de estos nuevos animales no es 100% idéntico al del lobo terrible original. Más bien, son réplicas aproximadas o «ecos genéticos» de la especie desaparecida.
Este matiz es importante: aunque los cachorros presentan rasgos físicos similares, genéticamente siguen siendo principalmente lobos grises modificados. Así lo señaló un reporte que citó a biólogos evolutivos, quienes también subrayaron la imposibilidad, con la tecnología actual, de reconstruir completamente un ser extinto basado solo en fragmentos de ADN.
Cuestionamientos éticos y ecológicos
El avance de Colossal Biosciences ha reavivado un intenso debate ético en la comunidad científica y en la sociedad en general. Algunas de las principales preocupaciones son:
Bienestar animal: La creación de híbridos genéticos implica riesgos de salud imprevisibles para los individuos creados. Malformaciones, sufrimiento físico o psicológico y vidas acortadas son riesgos que aún no se comprenden completamente.
Alteración de ecosistemas: Introducir animales «resucitados» en ambientes modernos podría tener efectos ecológicos desestabilizadores. Los ecosistemas actuales evolucionaron sin estas especies durante miles de años.
Desviación de recursos: Algunos conservacionistas temen que la fascinación por «revivir» especies extinguidas reste atención y fondos a programas críticos de conservación de especies vivas y hábitats amenazados.
Fronteras de la manipulación genética: ¿Hasta qué punto es ético modificar organismos por mera curiosidad científica o nostalgia? Existe el riesgo de caer en una «ingeniería genética recreativa» sin un claro beneficio ambiental o científico.
Problemas de identidad biológica: ¿Son estas criaturas verdaderos lobos terribles o una nueva forma de vida diseñada por humanos? La pregunta no es trivial, pues afecta decisiones sobre su tratamiento legal, su conservación y su reproducción futura.
La propia Colossal ha defendido sus proyectos alegando que la desextinción y la ingeniería genética pueden convertirse en herramientas para restaurar ecosistemas degradados y aumentar la resiliencia de la biodiversidad frente al cambio climático. No obstante, críticos sostienen que la prioridad debería ser proteger la vida silvestre actual, en lugar de crear «fantasmas genéticos» del pasado.
Más allá del lobo terrible: la era de la «desextinción» programada
Este experimento no es aislado. Colossal Biosciences trabaja también en iniciativas para «revivir» al mamut lanudo (Mammuthus primigenius) y al tigre de Tasmania (Thylacinus cynocephalus), ambos desaparecidos en tiempos recientes en términos evolutivos. Estos proyectos, aunque impresionantes, siguen despertando las mismas inquietudes éticas y ecológicas.
La creación de Rómulo, Remo y Khaleesi representa un logro tecnológico extraordinario, pero también nos obliga a preguntarnos qué tipo de futuro queremos construir. ¿Debe la humanidad usar su creciente poder genético para traer de vuelta especies extintas? ¿O sería más sabio concentrarnos en preservar la vida que aún existe? La respuesta, aún incierta, marcará el rumbo de la biotecnología en las próximas décadas.
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