En opinión de La Chica Única, Puebla necesita voces de mujeres que representen, defiendan y trabajen por la diversidad, la juventud y, por supuesto, el feminismo.
Con buena voluntad y visión por parte de todos los partidos, el 2024 no debe ser otro año de políticos grises y cuadrados pronunciando discursos aburridos y anticuados, sino que podría ser la plataforma para refrescar las oficinas legislativas, gubernamentales y de cabildo con cuadros más vibrantes y proactivos: mujeres jóvenes y visionarias listas para generar cambios desde cargos públicos.
En todos los colores hay perfiles para voltear a ver y no solo por su innegable belleza, sino por su preparación, su experiencia y por supuesto por su temple para dedicarse a la política.
Desde el PRI, Zaira González Gómez y Shirley Ponce ya demuestran que no están aquí para seguir las mismas viejas rutinas.
No desdeñó el trabajo de grandes mujeres priistas que por años han dado la batalla, pero es urgente ese cambio generacional.
Fernanda Huerta López, es una mujer que no ha hecho mal trabajo en el cabildo de Eduardo Rivera y ha dado pasos firmes y decididos en Acción Nacional.
Marisol Calva García, es una mujer joven que desde su cargo de Asesora de Género en @Segob_Puebla da lucha sin tregua ni cuartel a favor de las mujeres.
Grace Palomares en Movimiento Ciudadano hace un trabajo importante en el Senado de la República.
Karla Martínez Lechuga es Directora General del Instituto de la Juventud del Municipio de Puebla y Esthefanía Meraz Morales son perfiles interesantes del PRD.
Y claro, desde Morena, podemos encontrar a Polet Espinosa Flores.
No se van a arrepentir, síganlas y verán que hay capacidad.
Durante décadas, hemos sido testigos de cómo temas cruciales, como la discriminación, el aborto legal y los derechos LGBTTQ+, han sido ignorados o abordados con perspectivas anticuadas y, a menudo, reducidos a debates morales. Pero estas jóvenes prometen cambiar el juego. No es solo sobre «estar a favor» o «estar en contra», es sobre comprender las múltiples dimensiones, los derechos humanos involucrados y las diversas realidades sociales que estos temas conllevan. Con el fin, por supuesto de crear políticas públicas resultadas de un debate inteligente.
Estamos hablando de mujeres preparadas no solo en el conocimiento y dominio de las labores de la función pública, sino de mujeres con carácter y valentía, que enfrentan desafíos únicos en un mundo dominado por hombres, y que además deben sortear prejuicios ligados al género y la edad.
El mayor reto, por supuesto, no es solo gobernar, sino hacerlo enfrentando los tabús arraigados en la política tradicional, por ser mujeres y por ser jóvenes, pues la mayoría no han llegado al tercer piso o están gozando de los fabulosos 30s.
Poner en el tablero a estas mujeres jóvenes no corresponde a una cuota, sino a la necesidad y exigencia de los tiempos actuales. Puebla necesita voces que representen, defiendan y trabajen por la diversidad, la juventud y, por supuesto, el feminismo.
Porque la política ya no puede ser ese club exclusivo de veteranos, trajeados y vinculados con una percepción social ligada a la corrupción y al enriquecimiento ilícito. Hombres en su mayoría, cuyos nombres ya vemos hasta en la sopa, pero con una terrible reputación intrínseca a ellos.
La política debe dejar de ser vista como ese club exclusivo de vacas sagradas que llevan años yendo de puesto en puesto, cuyos nombres se repiten hasta el cansancio. A medida que integremos perfiles más innovadores, la percepción pública sobre la política podría cambiar. Esta visión negativa de que los políticos están solo para beneficiarse personalmente puede comenzar a desvanecerse a medida que nuevos y prometedores nombres aparezcan en las boletas. Este es el primer paso para reactivar la confianza y la participación ciudadana en nuestra política.
La Chica Única
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