Entre sus obras están: Los amores en tiempos del cólera, Cien años de soledad, El coronel no tiene quien le escriba, entre otras.
Hoy recordamos a un escritor prolífico, Premio Novel de Literatura, hablamos de Gabriel García Márquez quien nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, Colombia, desde esta fecha y durante sus primeros años los pasa en una zona caribeña del norte de su natal Colombia, lo que le marca especialmente por su contraste con Bogotá y otras zonas del país en las que vive más tarde. En 1947 empieza a estudiar Derecho, carrera que abandona para dedicarse al periodismo. Sus primeros artículos se publican en El Espectador y en El Heraldo y pasa a integrar el conocido como “Grupo de Barranquilla”, de cuya mano conoce la obra de los autores que más adelante le influenciarán: Faulkner, Virginia Woolf, Hemingway y Kafka, entre otros.

Su primera obra, La hojarasca, se publica en 1955. En esa misma fecha viaja a Europa por primera vez y se queda allí cuatro años, viviendo en Ginebra, Roma y París. Durante su estancia en Francia, donde atraviesa dificultades económicas, escribe El coronel no tiene quien le escriba y La mala hora (publicadas en 1961 y 1962, respectivamente). Regresa a América en 1958 y se instala temporalmente en Venezuela, donde compagina una intensa actividad periodística con la escritura de los relatos de Los funerales de la Mamá Grande (1962). Tras pasar unos meses en Cuba, donde acaba de triunfar la revolución, y vivir un tiempo en Nueva York como corresponsal, decide establecerse en México. Allí trabaja en publicidad y escribe su primer guión para el cine, El gallo de oro, en colaboración con Carlos Fuentes.
Unos años después, en 1967, publica la que pronto se convierte en su obra más conocida, y a cuya escritura dedica más de un año de intenso trabajo: Cien años de soledad. El éxito es inmediato, agotándose la primera edición en apenas unos días, y para alejarse de la fama decide ir a Barcelona, donde vive de 1968 a 1974. Allí escribe El otoño del patriarca (publicado en 1975) y cuentos como Isabel viendo llover en Macondo (1968) o Relato de un náufrago (1970). En los años sucesivos alterna su residencia entre México, Cartagena de Indias, La Habana y París. En 1982 recibe el Premio Nobel de Literatura y más adelante escribe El amor en los tiempos del cólera (1985), El general en su laberinto (1989) y Doce cuentos peregrinos (1992). En ese tiempo participa también en la fundación de la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños (Cuba), donde dirige anualmente un taller de guión.

Tras obras como Del amor y otros demonios (1994) y Noticia de un secuestro (1996) publica en 2002 Vivir para contarla, donde narra aspectos biográficos de su infancia y juventud. Sus últimas obras publicadas son Memoria de mis putas tristes (2004) y Yo no vengo a decir un discurso (2010). Muere en México D.F. el 17 de abril de 2014. Los herederos de Gabriel García Márquez depositaron el 24 de febrero de 2015 en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes un legado del escritor in memoriam.
Sus estudios secundarios los cursó en San José a partir de 1940 y finalizó su bachillerato en el Colegio Liceo de Zipaquirá, el 12 de diciembre de 1946. Se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cartagena el 25 de febrero de 1947, aunque sin mostrar excesivo interés por los estudios. Su amistad con el médico y escritor Manuel Zapata Olivella le permitió acceder al periodismo. Inmediatamente después del «Bogotazo» (el asesinato del dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, las posteriores manifestaciones y la brutal represión de las mismas), comenzaron sus colaboraciones en el periódico liberal El Universal, que había sido fundado el mes de marzo de ese mismo año por Domingo López Escauriaza.

Había comenzado su carrera profesional trabajando desde joven para periódicos locales; más tarde residiría en Francia, México y España. En Italia fue alumno del Centro experimental de cinematografía. Durante su estancia en Sucre (donde había acudido por motivos de salud), entró en contacto con el grupo de intelectuales de Barranquilla, entre los que se contaba Ramón Vinyes, ex propietario de una librería que habría de tener una notable influencia en la vida intelectual de los años 1910-20, y a quien se le conocía con el apodo de «el Catalán» -el mismo que aparecerá en las últimas páginas de la obra más célebre del escritor, Cien años de soledad (1967). Desde 1953 colabora en el periódico de Barranquilla El nacional: sus columnas revelan una constante preocupación expresiva y una acendrada vocación de estilo que refleja, como él mismo confesará, la influencia de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna.
Su carrera de escritor comenzará con una novela breve, que evidencia la fuerte influencia del escritor norteamericano William Faulkner: La hojarasca (1955). La acción transcurre entre 1903 y 1928 (fecha del nacimiento del autor) en Macondo, mítico y legendario pueblo creado por García Márquez. Tres personajes, representantes de tres generaciones distintas, desatan -cada uno por su cuenta- un monólogo interior centrado en la muerte de un médico que acaba de suicidarse. En el relato aparece la premonitoria figura de un viejo coronel, y «la hojarasca» es el símbolo de la compañía bananera, elementos ambos que serían retomados por el autor en obras sucesivas.

En 1961 publicó El coronel no tiene quien le escriba, relato en que aparecen ya los temas recurrentes de la lluvia incesante, el coronel abandonado a una soledad devastadora, a penas si compartida por su mujer, un gallo, el recuerdo de un hijo muerto, la añoranza de batallas pasadas y… la miseria. El estilo lacónico, áspero y breve, produce unos resultados sumamente eficaces. En 1962 reúne algunos de sus cuentos -ocho en total- bajo el título de Los funerales de Mamá Grande, y publica su novela La mala hora.

Pero toda la obra anterior a Cien años de soledad es sólo un acercamiento al proyecto global y mucho más ambicioso que constituirá justamente esa gran novela. En efecto, muchos de los elementos de sus relatos cobran un interés inusitado al ser integrados en Cien años de soledad. En ella, Márquez edifica y da vida al pueblo mítico de Macondo (y la legendaria estirpe de los Buendía): un territorio imaginario donde lo inverosímil y mágico no es menos real que lo cotidiano y lógico; este es el postulado básico de lo que después sería conocido como realismo mágico. Se ha dicho muchas veces que, en el fondo, se trata de una gran saga americana. Macondo podría representar cualquier pueblo, o mejor, toda Hispanoamérica: a través de la narración, asistimos a su fundación, a su desarrollo, a la explotación bananera norteamericana, a las revoluciones, a las contrarrevoluciones… En suma, una síntesis novelada de la historia de las tierras latinoamericanas. En un plano aún más amplio puede verse como una parábola de cualquier civilización, de su nacimiento a su ocaso.

Tras este libro, el autor publicó la que, en sus propias palabras, constituiría su novela preferida: El otoño del patriarca (1975), una historia turbia y cargada de tintes visionarios acerca del absurdo periplo de un dictador solitario y grotesco. Albo más tarde, publicaría los cuentos La increíble historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1977), y Crónica de una muerte anunciada (1981), novela breve basada en un suceso real de amor y venganza que adquiere dimensiones de leyenda, gracias a un desarrollo narrativo de una precisión y una intensidad insuperables. Su siguiente gran obra, El amor en los tiempos del cólera, se publicó en 1987: se trata de una historia de amor que atraviesa los tiempos y las edades, retomando el estilo mítico y maravilloso. Una originalísima y gran novela de amor, que revela un profundo conocimiento del corazón humano. Pero es mucho más que eso, debido a la multitud de episodios que se entretejen con la historia central, y en los que brilla hasta lo increíble la imaginación del autor.

En 1982 le había sido concedido, no menos que merecidamente, el Premio Nobel de Literatura. Una vez concluida su anterior novela vuelve al reportaje con Miguel Littin, clandestino en Chile (1986), escribe un texto teatral, Diatriba de amor para un hombre sentado (1987), y recupera el tema del dictador latinoamericano en El general en su laberinto (1989), e incluso agrupa algunos relatos desperdigados bajo el título Doce cuentos peregrinos (1992). Nuevamente, en sus últimas obras, podemos apreciar la conjunción de la novela amorosa y sentimental con el reportaje: así en Del amor y otros demonios (1994) y Noticia de un secuestro (1997). Ha publicado también libros de crónicas, guiones cinematográficos y varios volúmenes de recopilación de sus artículos periodísticos: Textos costeños, Entre cachacos, Europa y América y Notas de prensa.

Recientemente, la editorial Alfaguara ha publicado una completa biografía de Gabriel García Márquez, Viaje a la semilla, de Dasso Saldívar. Finalmente, a quien le interese la voz directa de García Márquez, podrá consultar el libro de entrevistas El olor de la papaya (1982). O, mejor aún, los sucesivos tomos que constituirían la extensa autobiografía del autor, Vivir para contarlo, cuyo ejercicio, según el propio García Márquez constituye, básicamente, una garantía para mantener «el brazo caliente» entre dos novelas.
Gabriel García Márquez, llamado también El Gabo por sus amigos y por la prensa latinoamericana. El Gabo falleció el 17 de abril de 2014 en la ciudad de México, tras de una recaída en el cáncer linfático por el que ya había sido tratado en 1999.
Hoy para recordarlo, te traemos algunas curiosidades que probablemente desconocías.

1.- En más de una ocasión, el escritor se declaró fanático de su compatriota, la cantante pop Shakira. Por ello, no fue sorpresivo cuando sus canciones aparecieron en la adaptación cinematográfica de una de sus novelas más famosas: El amor en los tiempos del cólera.
2.- Decenas de cadenas de Internet con frases positivas o poemas amorosos han sido atribuidos a la autoría de García Márquez, siendo la mayoría de ellos falsos.
3.- En 2007, luego de 40 años de que fuera publicada Cien años de soledad por primera vez, la Real Academia Española, en complicidad con la casa editorial Alfaguara, homenajeó al colombiano con la publicación de una edición especial de la novela, que contó con numerosos ensayos académicos sobre la misma, incluidos los de críticos tan prestigiosos como Álvaro Mutis, Pedro Luis Barcia y el propio Carlos Fuentes. También por esas fechas, la revista mexicana Proceso lanzó un número conmemorativo por los 40 años de tan importante texto literario.

4.- Entre las amistades del escritor se encuentran importantes y célebres figuras del arte y la cultura latinoamericanas, tales como Carlos Fuentes, Arturo Ripstein, Emmanuel Carballo, José Emilio Pacheco y otros. Con el escritor peruano Mario Vargas Llosa, sin embargo, lleva una extraña relación entre la amistad y el rechazo.
5.- Citó a La metamorfosis de Franz Kafka como una de sus lecturas iniciales.
6.- Su relación con el cine siempre fue cercana. Escribió guiones para películas y cortometrajes, y también permitió que sus novelas fueran adaptadas (Crónica de una muerte anunciada fue llevada al cine en Italia). En 1982, inclusive, formó parte del jurado del importante Festival de cine de Cannes. Además, el hijo del escritor, Rodrigo García, se ha convertido en un reconocido cineasta.
7.- Sin embargo, el escritor prometió que Cien años de soledad jamás aparecerá como película, pues consideraba que se perdería su esencia literaria.

8.- García Márquez nunca releyó algo que ya fue publicado, pues decía que nunca se detendría de hacer correcciones.
9.- Gabriel García Márquez nunca usó el adverbio «mente» cuando escribía (como en «rápidamente» o «inmensamente»)
10.- Aunque Gabriel García Márquez poseía residencias en París, Bogotá y Cartagena de Indias, vivió la mayor parte del tiempo en su casa en México, donde fijó su residencia a principios de los años 60.
Estas son algunas de las mejores frases de Gabriel García Márquez:
«Es muy difícil encontrar en mis novelas algo que no tenga un anclaje en la realidad.»
«Lo más importante que aprendí a hacer después de los cuarenta años fue a decir que no cuando es no.»
«Simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros.»
«La hoja en blanco es la cosa más angustiosa que conozco después de la claustrofobia.»
«Un escritor puede escribir lo que le de la gana siempre que sea capaz de hacerlo creer.»

«Un hombre solo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo cuando ha de ayudarle a levantarse.»
«No creo en el mito romántico de que el escritor debe pasar hambre, debe estar jodido, para producir. Se escribe mejor habiendo comido bien y con una máquina eléctrica.»
«La sabiduría nos llega cuando ya no nos sirve de nada.»