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Helen Keller,una vida de superación

Helen Keller fue una niña que antes de cumplir dos años tuvo una enfermedad que le hizo perder totalmente la visión y la audición.

Nunca pudo recuperar ninguno de estos dos sentidos. Falleció a los 88 años y durante toda su vida fue sorda y ciega.

A pesar de esta grave incapacidad para comunicarse, Helen Keller se graduó en la escuela secundaria de Cambridge.

También recibió una licenciatura con mención de honor en el Radcliffe College en 1904, a los 24 años de edad.

Durante su vida adulta, tuvo activa participación en política y publicó varios libros de éxito editorial.

¿Cómo fue posible este increíble prodigio? Hubo tres circunstancias que lo favorecieron:

1º Que estaba dotada de una inteligencia excepcional, con un cerebro privilegiado.
2º Que nació en el seno de una familia con muchos medios económicos, excelentes relaciones sociales y que se volcó con ella.
3º Que su vida se cruzó con la de Anne Sullivan, una mujer de extraordinaria inteligencia e inagotable generosidad. Anne Sullivan fue la providencial presencia que sacó a Helen Keller del abismo oscuro en el que se encontró al quedar ciega y sorda a poco de empezar a vivir.

Helen Keller nació el 27 de junio de 1880, en Alabama, en donde sus padres tenían una granja construida por su abuelo en el año 1820. La granja se llamaba “Ivy Green”


La casa del abuelo de Helen Keller, construida en 1820 en la granja llamada «Ivy Green». Crédito: Wikipedia

Su padre, Arthur Keller, era propietario del periódico “Tuscumbia North Alabamian”; y había servido como capitán en el ejército confederado.

Se había casado dos veces; al año siguiente de enviudar de su primera esposa, había contraído matrimonio con Kate Adams, veinte años menor que él. Tuvieron tres hijos: Helen (1880), Mildred (1886) y Philip (1891).

La abuela paterna de Helen pertenecía a una familia de ilustres militares y de un Gobernador de Virginia.

El abuelo materno, Charles Adams, originario de Massachusetts, era descendiente del Presidente estadounidense, John Adams.

Los ascendientes del padre de Helen Keller eran suizos que, al llegar al Nuevo Mundo, adquirieron considerables extensiones de tierra en Alabama.

A la edad de diecinueve meses, Helen sufrió una grave enfermedad que le provocó la pérdida total de la visión y la audición.

Esta incapacidad para comunicarse fue muy traumática para Helen y para su familia, pues la niña estuvo prácticamente incontrolable durante años. Todos los múltiples intentos de encontrar una curación, resultaban infructuosos.

En 1885, cuando Helen tenía 5 años, sus padres decidieron irse a vivir a la granja de la familia, en “Ivy Green”, donde la niña podía disfrutar caminando por los jardines y buscando el contacto con los animales.

Su padre la llevó a Baltimore para solicitar consejo al otorrinolaringólogo Julian Chisolm.

Este facultativo constató que él no podía hacer nada por Helen y les recomendó que fueran a Washington a consultar al científico Alexander Graham Bell, inventor del teléfono, y que estaba trabajando con niños sordos.

Graham Bell se interesó mucho por Helen y recomendó que la llevaran al «Instituto Perkins para Ciegos«, una escuela especializada, en el sur de Boston.

Corría el año 1887 y Helen ya iba a cumplir siete años; sus padres decidieron seguir el consejo de Graham Bell y pedir ayuda al Instituto Perkins.

Desde el Instituto, les enviaron a Anne Sullivan, una joven especialista que sufría discapacidad visual y que se había graduado ahí, en el Instituto Perkins.

Anne Sullivan llegó a la casa de Helen en marzo de 1887. Inmediatamente, solicitó una habitación separada para las clases, y decidió enseñar a Helen a comunicarse con ella por medio del deletreo de palabras en su mano.

Al principio, Helen no entendía que hubiera una palabra asignada para cada objeto, y se resistió airadamente a las enseñanzas de Anne.

De hecho, cuando trató de enseñarle la palabra “taza”, Helen se enfadó tanto que rompió su taza.


Helen Keller cuando tenía 7 años. Crédito: Wikipedia

Al cabo de un mes de pacientes y repetidos intentos de Anne, Helen se dio cuenta de que los movimientos que su maestra hacía en la palma de su mano mientras dejaba correr agua fresca sobre su otra mano simbolizaban el concepto de “agua”.

Al cabo de un tiempo, Helen Keller utilizaba aproximadamente 60 palabras de uso corriente.

Tenía como asidua compañera a Martha Washington, una niña negra, seis años mayor que ella, y con la que solía entretenerse a diario.


Helen Keller y Anne Sullivan, en 1888. Crédito: Eugenia Tefarikis

Su sentido del tacto se fue perfeccionando de manera increíble, pues su “privilegiado cerebro” ya había tomado el control. Si Helen era incapaz de hallar las palabras justas para la expresión de sus pensamientos, Anne las suplía o las respondía por sí misma.

El siguiente desafío para Helen fue aprender a leer. Sullivan le proporcionó pequeños cartones con letras en relieve con las que se formaban palabras y se construían oraciones cortas.

En una siguiente etapa, Anne animó a Helen a que tomara parte en las conversaciones, mediante el deletreo de palabras en las manos. Cada día que pasaba, el deletreo se hacía más fluido y gratificante para la niña y para su familia.

Posteriormente, con la ayuda de su maestra, Helen recibió clases de aritmética, zoología y botánica.

Muy pocos meses después del inicio de estas clases, fue capaz de leer y escribir mediante el sistema braille, con la utilización de sus manos, las que cada vez las notaba más sensibles.

Helen Keller estaba tan fascinada con la lectura, que por las noches solía tomar libros escritos en braille para leerlos a escondidas bajo las sábanas de su cama.

El director del Instituto Perkins, sorprendido y admirado por los magníficos resultados obtenidos, publicó algunas notas al respecto; el nombre de ambas mujeres maravillosas, comenzó a aparecer en las primeras páginas de las publicaciones especializadas.

Un año después de comenzar el aprendizaje de comunicarse con las manos, en mayo de 1888, Helen y Anne se trasladaron desde Alabama a Boston, al Instituto Perkins para Ciegos.

En 1890, Helen conoció la historia de Ragnhild Kåta, una niña sordociega noruega, nacida en 1873, que había logrado aprender a hablar a los 14 años, gracias a la ayuda de un profesor de sordos, Elías Hofgaard.

Felizmente, hacía poco tiempo que en Boston se había fundado la “Escuela de Boston para sordomudos”, bajo la dirección de Sarah Fuller y con personal entrenado por Graham Bell en la habilidad de enseñar a hablar a los niños sordos.

Sarah Fuller le impartió once lecciones, utilizando un método llamado Tadoma, desarrollado a partir de las instrucciones de Graham Bell.

Helen Keller practicó este método de forma independiente con Sullivan a su lado; y después de un tiempo, fue capaz de articular su garganta para pronunciar palabras.

En 1894, su familia ayudó a Juan Wright y al Dr. Thomas Humason para que fundaran en Nueva York, la “Escuela para Sordos Wright-Humason”. Helen cursó ahí los estudios de enseñanza primaria, hasta el año 1896.

Después se matriculó en la Escuela de Señoritas, de Cambridge, en Massachusetts. Acompañada siempre por Anne, quien le ayudaba con las tareas y la lectura de libros.

En esta Escuela se graduó de los estudios de secundaria, en junio de 1897; y tuvo el camino libre para ingresar en la Universidad Radcliffe College, en Cambridge.

Esta era una universidad de artes liberales para mujeres, en Cambridge, Massachussetts, y funcionaba como una institución femenina para el Harvard College, que era exclusivamente masculino.

En julio de 1897, Helen Keller llevó a cabo pruebas preliminares para ingresar en el Radcliffe College.

Sus estudios fueron financiados por el magnate de la Standard Oil, Henry Huttleston Rogers y su esposa Abbie, quienes la habían conocido por intermedio de Mark Twain.

Mientras cursaba los estudios universitarios, Keller comenzó a escribir su autobiografía, con el título “La historia de mi vida”.

El “Ladies’ Home Journal” la publicó por primera vez; y en 1903, fue editada en formato libro. Posteriormente ha sido traducida a 50 idiomas.

En 1904, se graduó con honores de la Universidad, convirtiéndose en la primera persona sordociega que obtuvo un título de grado universitario.

Su maestra y amiga, Anne Sullivan contrajo matrimonio en ese mismo año con John Macy, un joven profesor de Harvard y crítico literario.

Al finalizar la universidad, Helen Keller, Anne Sullivan y Macy se trasladaron a una nueva vivienda en Forest Hills, donde Helen escribió tres libros: “El mundo en el que vivo”, “Canción del muro de piedra” y “Fuera de la oscuridad”.

Paralelamente, Helen mantuvo una correspondencia asidua con el filósofo y pedagogo austríaco Wilhelm Jerusalem, que había publicado una monografía acerca de la educación de los niños sordomudos.

Wilhelm Jerusalem fue uno de los primeros en descubrir el talento literario de Helen Keller.

Poco después de casarse con Macy, Anne Sullivan quemó todas las hojas de su diario de vida, por temor a lo que su esposo pudiera pensar de ella.


Polly Thomson, Anne Sullivan, Helen Kelly,y Charles Chaplin. Crédito: Pinterest

Polly Thomson entró en las vidas de Helen y Anne, como ayudante de ellas dos, en el año 1914. Formaron un trío magnífico y eran llamadas las “tres mosqueteras”. Polly falleció en plena juventud, en 1924. Nunca fue olvidada por quienes había sido sus amigas en este trío de notables mujeres inteligentes y valerosas.

En la Universidad Radcliffe, Helen comenzó a interesarse por los derechos de los trabajadores y por las precarias condiciones laborales en las fábricas.

Posteriormente, se relacionó con movimientos socialistas femeninos y apoyó las causas de Emmeline Pankhurst.

Desde 1912 hasta 1924, abogó decididamente a favor de las teorías socialistas y apoyó a la Revolución Rusa y a las políticas de Lenin

Un editor del periódico “Brooklyn Eagle” escribió en contra de ella diciendo que los “errores” de Helen, se debían a sus manifiestas limitaciones.

Ella envió una carta al periódico, replicando: “En un tiempo, sus cumplidos hacia mí eran tan generosos que me sonrojo al recordarlos. Pero ahora, que apoyo al socialismo, me recuerda a mí y al público, que soy ciega y sorda y especialmente responsable de errar».
«Debo de haberme empequeñecido en inteligencia desde que lo conocí. ¡Oh, ridículo Brooklyn Eagle! Socialmente sordo y ciego, defiende un sistema intolerable, un sistema que es la causa de gran parte de la ceguera y sordera física que nosotros tratamos de prevenir”.

Helen Keller conoció personalmente a todos los presidentes de Estados Unidos, desde Grover Cleveland a John F. Kennedy.


Helen Keller con el Presidente Dwight Eisenhower. Crédito: M.Alfaro web hellenkeññerfoundation.org

Entre sus muchas actividades políticas y sociales, cabe mencionar:

Su aporte fundamental en la creación de la “Unión Estadounidense por las Libertades Civiles”, cuyo propósito era defender y preservar los derechos individuales y las libertades garantizadas a cada persona por la Constitución y las leyes de los Estados Unidos.

Durante los años de 1920, Helen Keller comenzó a viajar por todo el país realizando conferencias en compañía de Sullivan.

Junto con George Kessler, participó en la fundación de la “Organización Helen Keller International”, organismo dedicado a realizar investigaciones sobre la visión, la salud y la nutrición.

La defensa ferviente de las personas con discapacidad.

La postura pacifista muy activa a lo largo de su vida.

Sus escritos relativos a temas controvertidos como la prostitución y la sífilis (una de las causantes de la ceguera).

Se incorporó a organizaciones reconocidas por su lucha contra el racismo en Estados Unidos, incluyendo la “National Association for the Advancement of Colored People”.

En 1925, se retiró casi completamente de la actividad política para dedicarse al trabajo con personas de discapacidad visual.

Helen Keller, trabajó en la “Fundación Americana para Ciegos” como profesora y como promotora de los derechos de las personas con ceguera, que a menudo no eran correctamente educadas e incluso eran enviadas a asilos en los que no se las educaba.

En 1932, fue nombrada Vicepresidenta del “Real Instituto para Ciegos” en el Reino Unido.

Anne Sullivan falleció en 1936. Había sido su fiel compañera durante 49 años. Estuvo en coma durante un tiempo; y Helen no se separó de su lado y no dejó de sostener la mano que tanto le enseñó.

La muerte de Anne fue una gran pérdidas para Helen, que años antes había escrito: “ofrezco una súplica temblorosa al Señor, porque si ella se va, entonces sí que voy a quedar realmente ciega y sorda”.

Con la colaboración de Nella Henney, Helen Keller se dedicó a editar las Memorias de Anne Sullivan, la gran maestra que ha quedado unida para siempre en la vida de Helen.

Helen Keller fue nombrada embajadora en Relaciones Internacionales, por parte de la “American Foundation for Overseas Blind”; comenzó a realizar giras a lo largo del mundo.

Entre 1946 y 1957, visitó 35 países de Sudamérica, Europa y África recaudando fondos para ciegos.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, visitó a soldados que habían perdido la vista o el oído durante el combate con el fin de ofrecerles contención y ánimo.

Tres años después de los bombardeos atómicos, Helen efectuó una visita a Hiroshima y Nagasaki, como parte de su programa de oposición a la guerra; fue recibida con cariño por más de dos millones de personas.

En 1954, participó en el rodaje del documental “Helen Keller in Her Story”, dirigida por Nancy Hamilton y narrada por Katharine Cornell. Hamilton obtuvo el premio Óscar al mejor documental largo.


Helen Keller junto a la actriz Patty Duke, en 1961. Crédito: Wikipedia

En 1961, sufrió una serie de derrames cerebrales que la obligaron a utilizar una silla de ruedas.

Debido a eso, en 1964 no pudo concurrir a la ceremonia donde se le otorgaba la “Medalla Presidencial de la Libertad”, uno de los reconocimientos civiles más prestigiosos de Estados Unidos.

En 1965, durante la Feria Mundial de Nueva York, fue incluida en el “National Women’s Hall of Fame”.

Hellen Keller falleció a los 87 años, mientras dormía, el 1º de junio de 1968, en su residencia “Arcan Ridge”, en Easton, Connecticut.

Había sufrido un ataque al corazón. Sus cenizas fueron depositadas en la Catedral Nacional de Washington, junto a las de Anne Sullivan y Polly Thomson.

Fuente: Mujeres Notables

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