En Revista Única te compartimos la extraordinaria vida de una de las artistas más importantes de México, ella es Frida Khalo
“Lo único que yo sé, es que pinto porque tengo la necesidad de hacerlo, pinto siempre lo que me pase por la cabeza sin ninguna otra consideración”.
La extraordinaria vida de Frida Kahlo fue una larga y apasionada lucha entre el dolor y las ansias de vivir, venció tanto sus padecimientos como sus limitaciones físicas, para convertir su obra en una de las más grandes y representativas de México.
Con la maestría de su fina pincelada, Frida plasmo en docenas de autorretratos sus unidas cejas negras, su escaso bigote, sus ojos de mirada profunda y gruesos labios.
Su vida era el punto focal de su obra, no existe un sólo cuadro que no refleje su ambiente, sentir y sufrimiento expresado simbólicamente.
Una de sus frases favoritas era: «Yo pinto autorretratos porque estoy tanto tiempo sola, porque yo soy la persona a quien conozco mejor”.
Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nació en Coyoacán el 6 de julio de 1907, aunque ella decía que había sido en 1910, su era padre de origen europeo y su madre mexicana.
Fue la consentida de su padre de quien aprendió el arte de la fotografía, su vida desde el comienzo fue desafortunada ya que su madre no la pudo amamantar por largo tiempo, pues volvió a quedar embarazada.
Frida en alguna de sus obras llega a representar a su nana de origen indígena quien la amamantaba.
A los once años padeció poliomielitis, a consecuencia de ello su pierna derecha quedo más corta y delgada que la izquierda, fue entonces cuando construyo una fantasía, de una amiga imaginaria, de la cual habla en una de sus mayores obras “Las dos Fridas”; fue entonces la época en que se desarrollaba el máximo esplendor del muralismo mexicano.
A los dieciocho años sufrió un gravísimo accidente a bordo de un autobús del cual sufrió lesiones permanentes en la columna vertebral, fracturándose varias costillas y la pelvis, así como su pie derecho se disloco y la matriz quedo dañada.
En su diario ella escribiría: “A mí el pasamanos me atravesó como la espada a un toro” y añadiría líneas después “perdí la virginidad, sexo y muerte se entrelazan”.
A causa del accidente estuvo varios meses en cama, el aburrimiento que le causaba la postración la llevo a empezar a pintar, entonces pinto su primer autorretrato mirándose en un espejo, fue el primero de una larga serie en el cual expresaría los eventos de su vida y sus reacciones emocionales.
La mayoría de sus cuadros los hizo encamada, pero su gran fuerza y energía para vivir le permitieron una importante recuperación, el pintar fue parte de su lucha, de su decisión de dar batalla a la inmovilidad de su convalecencia mientras era sometida a diversas operaciones y a un dolor en muchos períodos intolerable no sólo por cuestiones físicas, sino también por las penas de amor.
Una de sus obras más representativas sobre su accidente es la pintura de “La columna rota”.
Frida decía haber tenido dos accidentes el del autobús y conocer a Diego Rivera con quien contrajo matrimonio cuando ella tenía 22 años y él 42.
Su relación consistió en amor, aventuras con otras personas, vínculo por la pintura, odio, un divorcio y un nuevo matrimonio.
Frida nunca pudo tener hijos debido a sus lesiones, entonces Frida comenta: “mi pintura lleva dentro el mensaje del dolor… perdí tres hijos…”, Diego la ayudo en muchos aspectos él amaba su pintura y fue también su mayor admirador, Frida en cambio fue su mayor critica de Diego el amor de su vida, su amigo, amante, su hombre, su niño, su todo.
En 1953, un año antes de su muerte, su salud se vio muy afectada, pues tuvieron que amputarle la pierna por debajo de la rodilla debido a una grave infección, intento suicidarse debido a la enorme depresión que esto le causo, entonces en su diario solo describió poemas sobre el dolor que padeció.
Murió en Coyoacán el 13 de Julio de 1954 fue velada en el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México y su féretro fue cubierto con la bandera del Partido Comunista Mexicano.
Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas se encuentran en la casa de Coyoacán el mismo lugar que la vio nacer.
Sus últimas palabras escritas en su diario fueron: “espero que la marcha sea feliz y espero no volver”.
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