Son muy bonitos los nombres de los programas enfocados al apoyo a las mujeres, y se ven muy bien escritos en los proyectos, pero trabajar ya en tierra, directamente en las comunidades, es altamente difícil y complicado y más cuando nos enfrentamos a amenazas que ponen en riesgo nuestras vidas.
Pero cuando se ve la violencia, los abusos sexuales contra niñas, la marginación, la falta de una buena alimentación, la pobreza extrema, la sumisión que deben aceptar por tener que recibir unos cuantos o a veces nada de dinero para comprar lo que necesitan, es cuando vale la pena arriesgar y luchar por las mujeres.
Así nos lo narró Lourdes Gámez Ortiz, presidenta de la Asociación Mujeres hacia un Futuro, quien por más de 22 años ha enfocado su vida a fortalecer programas y estrategias en beneficio de este sector de la población en Puebla.
Se inició en la comunidad de San Pedro Camocuautla donde se encontró mucha violencia, niñas violadas por sus propios familiares, ignorancia educativa, pero al empezar a mover a las mujeres para enseñarles a ser autónomas y contribuir a evitar que se siguieran dando este tipo de abusos, comenzaron las amenazas y las inconformidades de algunos de los pobladores… comentó.
“Hay muchos grupos de mujeres; sin embargo, hay que reconocer que trabajar con las de nuestro género es complicado, “nosotras mismas somos difíciles”, pero no imposible, ejemplo de ello es el haber cambiado la vida de más de 500 féminas de la zona de Azumiatla, donde cambiaron su mentalidad y hoy son emprendedoras.
Se implementó el programa “Camino al empoderamiento de la Mujer, hacia una vida libre de violencia” y los resultados son satisfactorios al ver que ya tienen sus salones de belleza, algunas más decidieron seguir preparándose y especializándose en academias, llevándolas inclusive a laborar en Estados Unidos.
Bajo la premisa de trabajar con tres objetivos comunitarios: Emprender y empoderar a la mujer, Ver la nutrición de las familias y Desarrollo comunitario, se han enfocado diversos proyectos. Un ejemplo de esto es el esquema de la tortilla creado por el Instituto Politécnico Nacional (IPN) en donde se retomaron estructuras y guías para consolidar cooperativas donde se trabaja desde la producción de la materia prima, hasta la elaboración de diversos productos y la venta a la sociedad.
Claro que hay resultados, pero el camino no es fácil y más cuando aún se da la resistencia a aceptarse y contribuir en equipo. Lourdes con tono de satisfacción dijo: hoy ya se tiene la cooperativa Yetlanetzi donde se elabora fruta deshidratada y cristalizada, también está una de bordados denominada Chicomecoatl.
Se han tocado puertas y éstas se han abierto como son las de la Secretaría del Trabajo, el Ayuntamiento de Puebla, con instituciones educativas particulares y públicas como la Universidad Politécnica de Puebla, entre otras. Sin embargo, “el trabajo en campo es complicado y quienes tienen la intención de ayudar no lo dejen de hacer por favor, pues quien ayuda, la vida lo devuelve en bien”.
Pidió no ver a las asociaciones civiles como opciones para enriquecerse, “ser una líder social -que no es ser una persona política- implica llevar tu vida más allá del trabajo”.