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En proyección

Por Ricardo Caballero de la Rosa

Sobre manos se retuerce el planeta
y hace de la ambigüedad su tesoro
que lacera cualquier labio para dar
al mundo la humanidad del beso
que detiene el curso de las cosas
en triángulos que repiten la historia.

Sentir la oportunidad de las alas
en la cabeza que colma miserias
mientras la tierra calienta esos pies
que dividen como en dos las entrañas
unas en contacto con lo antiguo
y las otras que dialogan porvenir.

Del futuro se conoce un pasado
que orienta el rostro hacia los polvos tiesos
y la estela corporal al plácido
tocarnos y amarnos lúcidos como
feligreses sin corona ni aliento
como estaño que ha perdido su fragor.

Un corazón maternal parece ser
la espina que al penetrar los secretos
regala el mejor cariño no visto
no enlistado entre las fauces de olvido
que revela circunstancias írritas
por siniestros que parezcan los cielos.

La posibilidad del otro lado
es unión fraterna y muda y serena
y el cuerpo de sol se cubre latente
y lleva entre los cabellos cada luz
y el latir del laberinto que escribe
lógica del firmamento narrado.

No he dejado de sentir los tormentos
y los insectos que nutren el yo son
tal si despojos y larvas y trenes
cumbres de una vida súbita y mortal
que harán de sus logros los límites
de fracasos hechos néctar inmundo.

Mas mirar es sueño ardiente y contagio
del sí mismo que retrata al payaso
que busca bajo su máscara al yo
finalizado y sangrante que husmea
por entre sus torpes pasos podridos
la novedad de lo que une y castiga.

La fortuna apoltronó mis costillas
y al salir del misterioso que llevo
hice mundo y nos besamos muy largo
como la línea discreta de placer
cuyos frutos caen en nuevas tierras
que son la frontera del despertar.

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