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El simple amor

Gusta porque en su compleja piel guarda el secreto de quien lo usó y lo tiró para saberse placer recóndito del mundo que nos transporta al todo.


Habla cualquier idioma o dialecto, incluso la templanza del silencio que escucha y hace eco en sus costas y narra entre volúmenes de cascadas orígenes de una nada.


Disfruta del gesto y de la gesticulación que ojos humanos nunca verán porque los resguarda en el campo sereno y desierto de la luna.


Duerme cuando el sol oscila en el lupanar volcánico que convierte en silbido que ahuyenta de su morada a la oscuridad para prender encantos y destinos.


Sueña mientras los humanos son de su racionalidad presas y de su ignorancia inmanente los lugares para enamorarse en tinieblas.


Enaltece el sentimiento de quienes ganan para la vida una vida que plasman en el secreto de conquistar las fauces asesinas que adormecen un león.


Anochece junto a quienes queremos y con sus augurios desplaza al pedestal ignoto los más caros deseos de vida eterna e infinitud cósmica.


Narra esos detalles y esos escenarios pisados y plisados que hacen de sus redes el más breve sentido de eternidad con sabor a gloria y paz.


Calla para gustar, hablar del mundo y sus memorias, disfrutar su sencillez obscena, dormir mientras el cuerpo escribe, soñar cuando el universo gira y gira, enaltecerse de su savia impenetrable, anochecer con sus logros que nadie ha visto, narra las noches de sal y angustia de que amanezca y narrar estos vestidos que nos quedan cuando apenas las campanas tocan de la luz su encanto.


Mi correo es ricardocaballerodelarosa@gmail.com

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