Te damos unos tips para que elijas de forma adecuada tu crema hidratante.
Con forme aumenta tu edad la piel empieza a agua y la crema hidratante se convierte en indispensable. ¿Pero sabes qué ingredientes llevan las cremas y cómo elegir cuál es la mejor para ti? El efecto que tiene una crema hidratante es aumentar la cantidad de agua en la piel, fijándola o evitando su pérdida. También puede llevar otros nutrientes. La diferencia entre una crema hidratante y una nutritiva no es tan tan categórica como se afirma en la publicidad cosmética, porque si eliges una buena crema hidratante también puedes tener un efecto nutritivo.
Por qué necesitas hidratar tu piel.
La piel está constituida mayoritariamente por agua, que se almacena en sus capas más profundas. En un estado óptimo, con el fin de ir hidratando todas las capas y realizar correctamente su función protectora, esta agua migra poco a poco hasta llegar a la superficie de la piel (el estrato córneo), donde se evapora.
Esta última capa es la más visible y debe encontrarse hidratada en torno al 13% para mostrar un aspecto luminoso y radiante. Por debajo de esa cantidad comienza a parecer algo áspera y apagada, y se marcan notablemente más las arrugas.

El uso de un cosmético hidratante te ayuda a mantener unos niveles óptimos de agua, pero existen muchas causas que influyen en la hidratación de la piel:
Factores ambientales.
La cantidad de agua ingerida.
El contacto con determinados productos detergentes.
El tipo de piel.
La edad.
Algunas patologías.
Qué puede llevar una crema hidratante.
Cualquier crema está compuesta por una fase acuosa, una parte grasa, una sustancia emulgente que ligue ambas fases y, en caso de ser necesario, algún producto que permita conservar el producto o mejorar sus cualidades cosméticas.
La fase acuosa.
Suele constituir el 60% del producto. Toda crema hidratante está formada mayoritariamente por agua. En ella existen, además, sustancias hidrófilas disueltas, como:
Sustancias higroscópicas, capaces de absorber y retener agua en cantidad: la glicerina (la más clásica y frecuente), el sorbitol, el propilenglicol (no demasiado recomendable) y las macromoléculas de origen natural como el ácido hialurónico, el colágeno y algunos glicanos.

La urea, que es un hidratante natural que se encuentra en la piel.
Sustancias capaces de retener agua al formar un gel que dificulta su evaporación, como el gel de aloe, la carboximetilcelulosa y la hidroxietilcelulosa.
Aminoácidos y azúcares capaces de ligar agua y retenerla, además de ayudar a formar colágeno y otras proteínas.
Principios activos como la vitamina C, con poder antioxidante, y oligoelementos minerales necesarios.
La fase oleosa.
La última capa de la piel es una barrera de naturaleza lipídica, es decir, una barrera grasa. Por eso, la crema que te apliques tiene que contener cierta cantidad de aceite para poder penetrar. Además del aceite, en esta fase se encuentran sustancias con funciones determinantes para la piel:
Los ácidos grasos, que ayudan a restaurar la barrera lipídica. De especial importancia son los poliinsaturados omega-3, -6 y -7, cuyo déficit provoca sequedad y aspereza de la piel.
Sustancias que evitan la pérdida de agua al cerrar los poros de manera oclusiva. Entre ellas se encuentran las ceras vegetales (carnauba, candelilla) o de abejas. Al ser naturales, resultan muy afines a la piel y no causan los problemas de los derivados del petróleo, siliconas, vaselinas, parafinas y otros hidrocarburos.
Sustancias similares al sebo producido naturalmente por la piel, como los fosfolípidos, las ceramidas y las vitaminas liposolubles (A y D).
Los emulgentes o tensioactivos.
Hacen posible la mezcla de ambas fases. Aunque se encuentran en pequeña cantidad, pueden cambiar la permeabilidad de la piel y hacerle perder sus propiedades de barrera. Conviene, pues, escoger tensioactivos que no dañen y evitar los derivados de los glicoles, como los PEG.
Algunos conservadores también pueden llegar a ser peligrosos y deben ser tenidos en cuenta a la hora de elegir la crema.

Cómo escoger y aplicar tu crema hidratante.
Ha de poseer el máximo de ingredientes naturales.
Se ha de adaptar al tipo de piel. En el caso de una persona joven con piel sana, el objetivo será mantenerla; en una piel grasa o mixta se deberá buscar una correcta regulación de esa secreción sebácea; y en una piel seca y madura, productos que la nutran e hidraten.
Conviene evitar los hidratantes oclusivos derivados del petróleo y los conservantes tóxicos como el fenoxietanol, el formaldehído y los derivados de los parabenes.
En general, una crema hidratante se debe aplicar por la mañana, mientras que una nutritiva se recomienda más por la noche.
Se aplica sobre la piel limpia, después del tónico, el sérum y cualquier tratamiento, pero siempre antes de un protector solar.
Con información de Cuerpo Mente