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Carlos de Sigüenza y Góngora, historiador mexicano

Considerado como una de las mentes más brillantes del periodo colonial en México.

En Revista Única recordamos el 320 aniversario luctuoso escritor e historiador mexicano, Carlos de Sigüenza y Góngora cuyo deceso ocurrió un 22 de agosto de 1700. Fue un jesuita, considerado una de las mentes más brillantes del periodo colonial. ¡Incursionó en la historia, la geografía, las ciencias, las letras y en la cátedra universitaria!. Carlos nació el 15 de agosto de 1645 en la Nueva España, hoy México; dentro del seno de una familia culta y de buena posición económica. Su madre fue pariente del poeta español Luís de Góngora. Sus padres fueron Carlos Sigüenza y Dionisia Suárez de Figueroa y Góngora, ambos españoles. La familia de Carlos de Sigüenza fue numerosa ya que tuvo ocho hermanos, siendo él el segundo. Los padres del escritor llegaron a México cinco años antes de que él naciera. El padre siempre se mantuvo ligado a la monarquía en España, había sido maestro de la familia real, y luego funcionario en el virreinato mexicano.

Así los primeros años de educación de Sigüenza y Góngora estuvieron a cargo de su padre. A los quince años de edad comenzó a formarse con los jesuitas, primero en Tepotzotlán y luego en Puebla. En 1662 realizó los votos simples, e inició la preparación eclesiástica. Después de cinco años en la Compañía de Jesús, fue suspendido por indisciplina. Así que se fue a la capital mexicana a estudiar en la Real y Pontificia Universidad de México. En 1668 intentó volver a los jesuitas; no obstante, estos lo rechazaron. Sigüenza y Góngora tuvo conocimiento y capacidad en muchas disciplinas, y la literatura no fue la excepción. Fue así como en 1668, cuando apenas tenía diecisiete años, publicó su primer libro de poemas, con inspiración en la Virgen de Guadalupe. Este fue titulado Primavera indiana.

La astronomía también fue materia de interés de Carlos Sigüenza y Góngora. Por tal motivo, en 1671, salió a la luz su primer almanaque y lunario. Al año siguiente obtuvo las cátedras de matemáticas y astrología en la Real y Pontificia Universidad de México. Su labor allí duró veinte años. Sus actividades se extendieron al Hospital Amor de Dios, donde comenzó a ejercer como clérigo. Esta labor la desempeñó durante toda su vida. En 1673, al año de haberse iniciado como catedrático, finalmente fue ordenado sacerdote.

Sigüenza fue un personaje muy particular e interesante debido a sus vastos conocimientos. Esto no era usual en la época, puesto que los textos para estudiar no eran de fácil alcance. A pesar de lo difícil de obtener conocimientos, no fue avaro, sino que se interesó y preocupó por dar enseñanza, calma y tranquilidad a los que menos sabían con respecto a los temas que él dominaba. Fue así como, en 1681, publicó Manifiesto filosófico contra los cometas despojados del imperio que tenían sobre los tímidos, con el objetivo de disipar el miedo que la población sentía ante tales eventos. La firmeza de sus conocimientos ayudó en gran medida a apartar la astronomía de la astrología.

El material de Sigüenza y Góngora, sobre astronomía, generó algunas críticas. Una de ellas fue la del astrónomo, explorador y sacerdote jesuita Eusebio Kino. No obstante, Carlos lo enfrentó con Libra astronómica, afianzando sus ideas con las de Descartes, Nicolás Copérnico y Galileo Galilei. Así una de las obras de Sigüenza de más controversia fue Infortunios de Alonso Ramírez, debido a que la literatura contemporánea por mucho tiempo la consideró inverosímil. Sin embargo, estudiosos de su obra comprobaron que el relato fue una biografía real sobre un explorador español. A través de un trabajo documental exhaustivo, en 2009, los estudiosos de la obra de Sigüenza y Góngora constataron la existencia del acta de matrimonio del navegante. De igual forma, también se encontró evidencia de la captura de su barco por piratas ingleses, hasta el lugar del naufragio en México de la flota de Ramírez.

Para 1661 Sigüenza se abocó a la escritura de varias obras, entre ellas Trofeo de la justicia española en el castigo de la alevosía francesa. Ese año también fue duro para la nación, debido a las fortísimas lluvias que inundaron las ciudades, y porque las siembras se perdieron a causa de un parásito. La situación generó un caos total: los pobladores causaron un gran desorden en señal de protesta por las pérdidas y la falta de alimentos. Ante la quema de uno de los edificios gubernamentales, el erudito, en un acto heroico, rescató de las llamas los documentos de la municipalidad de México.

Los conocimientos de Carlos Sigüenza y Góngora como cosmógrafo lo convirtieron en funcionario del virreinato de Nueva España. Realizó una cantidad considerable de planos hidrológicos de todo el Valle de México. Su sabiduría lo llevó a cruzar fronteras. Sigüenza tuvo participación en la delineación de los mapas de la bahía de Pensacola y del delta del rio Misisipi, en 1693. Tal misión se la encomendó Gaspar de la Cerda y Mendoza, virrey de Nueva España y conde de Galve, conjuntamente con el marino Andrés Matías de Pez y Malzárraga.

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Sigüenza y Góngora pasó los últimos años de su vida como capellán en el Hospital Amor de Dios. También se dedicó a escribir obras como Descripción del seno de Santa María, alias Penzacola, de la Mobila y del río Misisipi, además de Elogio fúnebre de Sor Juana Inés de la Cruz. Su sentir patriótico lo condujo a recopilar información sobre la historia antigua de México. Falleció el 22 de agosto de 1700, en México. Sus peticiones previas fueron la donación de sus libros al Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, así como ser sepultado en la capilla de dicha institución jesuita.

Aportes a la literatura mexicana. La obra literaria de Sigüenza y Góngora, como se sabe, abarcó varias materias. Por tanto, dejó a México amplias bases de conocimiento en el campo de la astronomía, la literatura y la historia. Esto permitió que, desde el punto de vista intelectual, se liberara de las ideas europeas. A través de sus escritos, el erudito dejó constancia de la necesidad de separarse de las convicciones españolas. Carlos brindó a los mexicanos la oportunidad de hacer literatura independiente, en contra de la conquista, con la finalidad de crear su propio conocimiento y cultura, y hacerse valer sin complejo alguno.

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