martes, julio 2, 2024
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Atisbo a las luchas de poder en la pareja

Por Alfonso Aguirre Sandoval, sexólogo.

Es innegable que la lucha por el poder en las parejas ha sido una constante a través de los siglos.

No todo es amor y sexo, sino que también está la necesidad de cada persona a ser reconocida como un igual, respetada y escuchada. Cuando la mujer o el hombre no sienten que se les da su lugar, luchan.

Esta lucha adquiere modalidades muy variadas porque cada quien inventa -con los recursos a su alcance-, una serie de estrategias que le permitan lograr -al menos subjetivamente-, el mismo status del que su pareja goza o presume.

La utilización de las estrategias utilizadas tienen un fuerte sesgo de género; por ejemplo, los hombres pueden utilizar su posición económica dominante para mantener su status superior o tratar de modificarlo cuando están en desventaja.

La mujer puede utilizar la restricción al acceso a su cuerpo para ganar una presencia que no tenía al solamente ceder ante las demandas sexuales de su pareja.

En esta lucha se utilizan a los hijos e hijas en caso de haberlos, la fuerza física, la seducción, el chantaje, los celos, la extorsión y muchas más.

Para ser útiles, las estrategias y armas a utilizar se basan en el conocimiento profundo que cada quien tiene del oponente, de sus miedos y debilidades, de sus necesidades, de sus ambiciones y de sus gustos.

Por eso la lucha de poder es tan apasionante para quienes participan en ella, ya que pone a prueba la inteligencia y la astucia de cada quien para vencer las defensas de la pareja.

Hay que decir que muchas parejas no se conforman con librar una lucha sólo para ponerse al mismo nivel, sino que su objetivo va más allá: dominar a la pareja y así, desquitarse y vengarse con el propósito de resarcir el daño emocional-físico-material que creen haber sufrido.

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