Sin lugar a dudas, la música siempre ha estado presente en los procesos históricos e idiosincrasia de los mexicanos y uno de los géneros que ha evolucionado como una expresión de la violencia que se vive en México es el narco-corrido.
Las mediciones que realizan los empresarios en las diferentes ciudades en las que se presentan los artistas del pueblo, arrojan -según sus propias declaraciones- un gusto por los cantautores del regional mexicano, pero el género de los corridos también está muy presente.
En su momento lo describió muy bien Carlos Monsivaís: “El poder adquisitivo y los recursos tecnológicos de la delincuencia organizada que es un poder en sí misma, el impulso de sobrevivencia-a-como-dé-lugar, propio de los sectores del abandono agrario o de la pobreza urbana sin empleos a la vista, la admiración por el thriller y sus secuencias de velocidad, muerte a raudales, mujeres fáciles, armas poderosísimas y ambigüedad moral, la seducción de la publicidad y el relieve legendario de hombres rudos, independientes, habituales a la soledad, tal y como los plasma la imagen del Marlboro Man, la obtención del gusto estético que proporciona el demasiado dinero, lo brillante, lo llamativo, lo ostentoso, se consideran signos de distinción” en su texto: «Yo soy un humilde cancionero», en La música popular en México: panorama del siglo XX. México, FCE, 2010.
Cantantes muy populares cuentan las historias y aventuras del mundo del narcotráfico y de quienes las protagoniza. Los narcocorridos surgieron en la frontera norte de nuestro país y tienen su mayor asiento en el estado de Sinaloa, concretamente en Culiacán.
Como parte de la música popular, el narcocorrido se alimenta de los corridos que han acompañado a los mexicanos desde la época independentista, con mayor auge durante la Revolución Mexicana.
En este contexto un caso que sobrepasó hace algunos días toda regla, en una especie de “homenaje” que el grupo los Alegres de la Sierra le hicieron al “Mencho” en un concierto.
Ante miles de personas coreando sus canciones, estos “artistas” se atrevieron a hacer apología del delito. Además de Los Alegres del Barranco, el cantante Natanael Cano también glorificó al ‘Mencho’ en uno de sus conciertos, así como a otros cárteles: “Arriba la maña. Arriba ‘El Mencho’ a la verga pa’ que sepan”, dijo Natanael Cano en uno de sus conciertos.
Esta serie de hechos recurrentes en varias partes del país pareciera que han sobrepasado a las autoridades o se hacen de la vista gorda, pero es innegable la presencia de estos grupos musicales, que hacen apología del delito y que muchos de ellos incluso tienen nexos con grupos delincuenciales.
Lamentablemente abundan en México casos en los que se han ultimado a los cantantes sin aparentes razones para hacerlo, pero que si uno investiga o relaciona cuál ha sido su trayectoria, aparecen las sospechas que casi siempre se convierten en certezas.
Por ello, la reacción institucional de la presidenta Claudia Sheinbaum, sobre este caso es importante ya que envía el mensaje de que ahora si las autoridades están poniendo mayor atención a este tipo de hechos y que no es suficiente con una disculpa como lo hicieron los Barrancos, sino que se deben realizar las investigaciones necesarias para que no haya impunidad. Sobre todo, porque estos artistas actúan con alevosía y ventaja, saben que la música queda en el inconsciente colectivo y fomentan acciones delictivas.
Es algo que ya no debe tolerarse y los gobiernos estatales deben estar muy atentos a cualquier acción que haga apología del delito, las leyes son para cumplirse y acatarlas, comenzando por los gobernantes quienes deben ser los primeros en poner el ejemplo.
Por ello, bienvenidas las iniciativas de reforma como la de la diputada Melissa Estefanía Vargas Camacho que impulsó en febrero del año pasado con las que se intensifican las penas por la apología del delito, con imputaciones de 1 a 3 años de prisión.
@marumora7