Tan pronto se disipó la esfera
el polvo de ángel comenzó a rodar
y la vida descubrió su intimidad remota
dejándome caer en aquel banco
que recibía el olor a vieja cera
Aún estaba a la altura de los ojos
el desgasto depósito que resguardaba
con celo abyecto de monedas doradas
la carta astral de los penitentes
en busca de ajenos soñadores
Al otro lado la parte de luna
como pie para la entrada femenina
a ese paraíso deseado en cuya eternidad
el raciocinio renace al amor divino
enredado con estrellas y un destino
Al frente el misterio trinitario
y atrás el responso alejándose
sacudiéndose de sí mismo
la larga ruta expectante
por la próxima oración bendecida
El ser humano hundiéndose
fuera ya de su cobertura racional
y en busca diaria de su poesía propia
que hurga en el umbral que se abre
con la puerta que flanquea la salida
Y con la poética razón la culpa
y el exterminio del rayo caído
extirpado para hacer que los ojos
abran de nuevo a darle la oportunidad
última a la necia realidad del ángel nuevo.
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