A los tres años aprendió a leer y escribir.
En su aniversario luctuoso recordamos a la décima musa, Sor Juana Inés de la Cruz, ¿sabías que en México cada 12 de noviembre se celebra el Día Nacional del Libro? Así es esto debido a que el día 12 de noviembre de 1651 se conmemora el nacimiento de esta escritora mexicana. Su nombre completo Juana Inés de Asbaje y Ramírez, hija natural del militar español Pedro Manuel de Asbaje y la criolla Isabel Ramírez de Santillana. Nació el San Miguel Nepantla en el Estado de México.
Una parte de su infancia transcurrió en la hacienda de Panoaya, propiedad de su abuelo materno, cuya biblioteca tuvo a su disposición desde que a los tres años aprendió a leer y donde pudo aprender el náhuatl. A los ocho años de edad, la pequeña Juana se marcho a vivir con unos tíos en la Ciudad de México. Fue entonces cuando en unas cuantas lecciones aprendió latín y, según se sabe, escribió su primera composición religiosa. Además, pretendió estudiar en la Real y Pontificia Universidad de México, no importando si para lograrlo debía vestirse de hombre, pues en la Nueva España las mujeres tenían vetado el acceso a la educación superior.
Desde luego no lo consiguió, pero tampoco eso le impidió adquirir vastos conocimientos de manera autodidacta. Su belleza, gracia e inteligencia la llevaron en 1665 al Palacio Virreinal, donde fungió como dama de honor de la corte.En el palacio contaba con todos los recursos necesarios para realizar sus tareas intelectuales. Sin embargo, el bullicio y ajetreo de la vida cortesana la hicieron alejarse de todo aquello que, de acuerdo con sus propias palabras, “impidiese el sosegado silencio de mis libros”.
Por ello, en 1667, ingresó en el Convento de San José de las Carmelitas Descalzas, donde la estricta disciplina tan sólo la enfermó y causó su pronto regreso a la sede del virreinato. Dos años después ingresó al Convento de San Jerónimo, donde permanecería hasta el fin de sus días, bajo la protección virreinal. En su nuevo hogar, Sor Juan Inés de la Cruz debió desempeñarse como contadora, archivista y profesora de las pequeñas estudiantes que asistían al convento. Tales actividades no le impidieron seguir cultivando lo mismo la teología, la literatura y la filosofía que las ciencias naturales y la astronomía, así como la música y la pintura.
Para ello disponía de una amplia biblioteca, donde llegó a tener hasta cuatro mil volúmenes, así como diversos instrumentos melódicos y aparatos científicos. Desde ahí continuó participando en la vida intelectual y literaria de la Nueva España. Incluso se relacionó con otros autores del Siglo de Oro, como Carlos de Sigüenza y Góngora, y obtuvo eco de la difusión de sus obras en España. Hasta principios de la década de 1690 Sor Juana Inés de la Cruz gozaba de un creciente éxito y prestigio como autora del barroco en los dos lados del Atlántico. A tal grado que ya era llamada la Décima Musa y el Fénix de México e incluso de América.
Además, sus obras completas habían empezado a publicarse en España. Ese año, instigada por el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, la religiosa escribió una carta en la cual criticaba las tesis teológicas del clérigo portugués Antonio de Vieira, amigo del misógino arzobispo Francisco Aguiar y Seijas. Fernández de Santa Cruz publicó otra misiva con un prólogo de él mismo, bajo el pseudónimo de Sor Filotea de la Cruz, en la cual exhortaba a la monja para que abandonara sus actividades intelectuales y se dedicara exclusivamente a las conventuales. Sor Juana contestaría con la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz.
Sin embargo, esta vez la respuesta no fue otra carta, sino una serie de medidas represivas en su contra por parte de las autoridades eclesiásticas, encabezadas por el arzobispo Aguiar y Seijas. Ya sin el apoyo virreinal, la obligaron a vender sus preciados libros y objetos, así como a renegar en público y por escrito de su sabiduría. Por si fuera poco, en 1695 Sor Juana Inés de la Cruz contrajo la peste que la llevaría a su temprana muerte, no sólo dejando un valioso legado cultural, sino fincando un antecedente de la lucha de género.
A 325 años de la muerte de Sor Juana, es recordada por su poesía y también por estar adelantada a su época, al dejar de lado los convencionalismos propios del siglo XVII en la entonces Nueva España. Cada 12 de noviembre se celebra en México el Día Nacional del Libro, instituido por decreto presidencial en 1979, en conmemoración del nacimiento de la poeta mexicana, quien fue una defensora del derecho a leer, una figura entregada a los libros y el fervor por el saber. Presentamos 10 cosas que quizás no conocías de ella:
Nació en 1651 y aprendió a leer y escribir desde los tres años de edad mientras vivía con su abuelo materno en la hacienda Panoaya, aquí, los trabajadores indígenas le enseñaron náhuatl, lengua en la que también escribió parte de su literatura.
Al morir su abuelo en 1656, ella heredó su vasta biblioteca colmada de escritores clásicos griegos, latinos y españoles, por lo que desde niña fue una asidua lectora.
A los 15 años de edad, Sor Juana fue aceptada en la corte del virrey Antonio de Toledo y Salazar tras un difícil examen hecho por 40 doctores en teología, filosofía y humanidades. Una vez aceptada, aprendió latín en solo 20 lecciones.
Cuando cumplió 17 años, decidió que dentro de sus objetivos no se encontraba el matrimonio e ingresó al convento de la orden de las jerónimas. Su habitación era muy amplia y tuvo la posibilidad de convertirla en biblioteca e incluso laboratorio científico, pues igual estudiaba física, biología, matemáticas y química.
La obra escrita de Sor Juana Inés de la Cruz abarcó romances, sonetos, liras, endechas, redondillas, décimas, villancicos, obras de teatro y prosa.
Su primer libro de poesía se publicó en España, en 1689, con el título de Inundación castálida. Y su más famoso y polémico poema largo, Primero sueño, se publicó en 1692.
La primera traducción de sus obras a otro idioma, en este caso al alemán, fue hasta 1879 gracias al poeta suizo Edmund Dorer.
Sigue siendo motivo de inspiración para otorgar reconocimientos sociales y literarios, como el premio Sor Juana Inés de la Cruz, que reconoce la excelencia del trabajo literario de mujeres en idioma español de América Latina y el Caribe.
El escritor y premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, aseguraba que Sor Juana Inés de la Cruz se había hecho monja para «poder pensar».
El 17 de abril de 1695 murió víctima de la enfermedad epidémica de la época, el tifus. Murió mientras ayudaba a sus compañeras enfermas durante la epidemia que asoló México durante ese año.
Con información de Muy Interesante y Expasión