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A 75 años de la muerte de Maximino Ávila Camacho

Por Raúl Torres Salmerón.

El pasado 17 de febrero, se cumplieron 75 años del fallecimiento del General Maximino Ávila Camacho, revolucionario, Gobernador del Estado de Puebla de 1937 a 1941 y Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas en el sexenio del General Manuel Ávila Camacho, de 1940 a 1946. Ambos, eran poblanos, nacidos en Teziutlán, la llamada Perla de la Sierra.

De acuerdo a don Rigoberto Cordero y Bernal, contador público, historiador, periodista y excelente amigo, en su libro Maximino Ávila Camacho: El Ejercicio Absoluto… del Poder, el día 17 de febrero de 1945 a las 4.20 de la tarde, en la recámara de su casa en Puebla, Quinta Chignautla en el barrio de Xonaca, falleció de un ataque al corazón.

Después de años de investigaciones, don Rigoberto relata el día de la muerte del militar:

El día 17 de febrero de 1945 a las 4.20 de la tarde, en la recámara de su casa en Puebla, Quinta Chignautla en el barrio de Xonaca, falleció de un ataque al corazón, el general Maximino Ávila Camacho, militar de carrera, Ex Gobernador de Puebla y en esos momentos Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, en el gabinete de su hermano Manuel Ávila Camacho, Presidente de México en el sexenio 1940-1946.

Maximino murió a los 54 años de edad y aunque se rumoró que su muerte se debió a envenenamiento, después de una comida que le ofrecieron en Atlixco, Puebla, las fuerzas obreras CROM y FROC-CTM, nunca se supo la verdadera causa, atribuyendo sus familiares a dos infartos por el exceso de trabajo, ser diabético e hipertenso.

Al quitarle las botas de militar, su ayudante de confianza, el capitán Francisco Arriaga, recostado en la cama, exhaló fuertemente y quedó en el lecho. De su muerte ni oficial ni legalmente dio fe autoridad alguna, no se conoce certificado de defunción y los doctores que lo atendían, Ricardo Campillo Bueno y José Larrumbe, avisaron de su muerte, directamente y por teléfono, a su hermano Manuel, presidente de México, en el Palacio Nacional.

No estaba en la finca con él, la que fue Primera Dama de Puebla, su esposa Bárbara Margarita Richardi, que se encontraba en el D.F., enterada por la noticia que se dio por la radio, se trasladó a la residencia de Los Pinos, para venir en auto a Puebla con su cuñado, el Presidente Ávila Camacho, su esposa doña Soledad y una gran fila de autos de políticos y amigos de la familia que formaron un largo cortejo. Lo inesperado del suceso causó extrañeza y comentarios a nivel nacional.

Dos personas vieron en su lecho de muerte a Maximino, además de su ayudante y los dos doctores. Casualmente se encontraba el matador de toros Juan Silveti, El Meco, que relató posteriormente en una carta enviada al Presidente: «La claridad dio en el rostro, tenía una palidez marmórea y los labios como azules, como si en todo él, no hubiese sangre».

El otro fue el cura Manuel Teyssier, que alguien de la servidumbre llamó con urgencia para que le impusieran los «santos oleos y le rezara». Lo anterior lo confirma Juan Silveti al escribir «…el curita habló en un idioma que yo no entendí, luego pidió aceite”.

Velado en su finca en Puebla, al otro día 18 de febrero de 1945 salió un imponente cortejo fúnebre de más de 50 automóviles, acompañando a Maximino, a don Manuel y a la viuda, para ser inhumado en la imponente capilla privada del panteón de su natal Teziutlán, posterior a una misa de cuerpo presente que se celebró en la catedral de Teziutlán, donde cantó el Ave María como homenaje fúnebre, su amigo el artista Jorge Negrete.

Maximino fue militar revolucionario, un impulsor de la charrería, rejoneador, criador de toros bravos, quien se declaraba que «…no era político» y fue gobernador de Puebla de 1937 a 1941 y Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas de 1942 a 1945.

Los Avilacamachistas

Maximino nació el 24 de agosto de 1896 en Teziutlán, Puebla, conocida como «la Perla de la Sierra», hijo de Manuel Ávila Castillo y de Eufrosina Camacho Bello, de cuyo matrimonio nacieron 9 hijos, siendo Maximino el mayor y en orden cronológico: María Antonieta, Manuel, María, Miguel, Ana María, Rafael, Gabriel y el último Eulogio, asesinado a la edad de 24 años.

El primogénito del matrimonio Ávila Camacho se sumó a la Revolución bajo el amparo de un tío, incursión que le permitió cambiar radicalmente la vida de su familia, luego se sumó su hermano Manuel.

Luego de ser gobernador, Ávila Camacho, cuyos emblemas fueron la corrupción y el autoritarismo, su grupo gobernó Puebla.

Llegaron entre gobernadores electos, sustitutos, interinos y encargados del despacho, Gonzalo Bautista Castillo, Gustavo Díaz Ordaz, Carlos I. Betancourt Molina, Rafael Ávila Camacho, Fausto M. Ortega Olazo, Arturo Fernández Aguirre, Antonio Nava Castillo, Aarón Merino Fernández, Rafael Moreno Valle, Mario Mellado García y Gonzalo Bautista O’Farril.

Fue hasta mayo de 1973, cuando Puebla fue gobernada por el último representante del grupo avilacamachista que se había hecho con el poder desde 1937. El último mandatario fue Gonzalo Bautista O´Farril, hijo del Ex Gobernador Gonzalo Bautista Castillo.

Extrañas similitudes

Para la anecdótica y la leyenda, las siguientes similitudes:

Las terminaciones cinco marcaron a los hermanos Ávila Camacho. En 1945 murió el primogénito, diez años más tarde el 13 de octubre de 1955, falleció el Ex Presidente Manuel Ávila Camacho, conocido como El Presidente Caballero y, en marzo de 1975, falleció don Rafael, también político y militar. Los tres hermanos fueron servidores públicos en los tres niveles de gobierno: federal, estatal y municipal.

Miguel Alemán Valdés tuvo una extraña relación con la muerte. Su padre, general del mismo nombre se suicidó antes de ser aprehendido por rebelarse contra Álvaro Obregón. Era diputado suplente por Coatzacoalcos cuando murió el titular. Llegó a gobernador tras el asesinato del gobernador electo Manlio Fabio Altamirano y la muerte de Maximino le despejó el camino a la presidencia. En su gobierno, durante la aparición de la fiebre aftosa, mediante el rifle sanitario sacrificaron miles de cabezas de ganado.

En fin, como escribió Antonio Machado (España, 1875-1939) en su poema Entierro de un Amigo:
Un golpe de ataúd en tierra es algo
perfectamente serio.
Sobre la negra caja se rompían
los pesados terrones polvorientos…
El aire se llevaba
de la honda fosa el blanquecino aliento.
—Y tú, sin sombra ya, duerme y reposa,
larga paz a tus huesos…
Definitivamente,
duerme un sueño tranquilo y verdadero.


raultorress@hotmail.com

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