Desde hace años, la salud sexual dejó de definirse como un estado de ausencia de enfermedad y pasó entenderse de forma integral como un estado de bienestar físico, psicológico-emocional y social que amplió nuestro entendimiento sobre los aspectos que deben ser atendidos para lograr este objetivo.
Son muchos elementos los que se entretejen dentro del concepto de salud sexual y sólo tendemos a prestar atención a aquellos que en cada momento de nuestra vida se convierten en problemas, lo cuál afecta nuestra calidad de vida al sólo estar respondiendo a situaciones que podíamos haber evitado si tuviésemos esa concepción integral de nuestra salud sexual. Esa concepción integral de nuestra salud sexual se traduce en hábitos, comportamientos, valores y actitudes hacia nuestro cuerpo tan básicos como la higiene y el cuidado físico de nuestros órganos sexuales desde la niñez, y más adelante, la evitación de contagios de enfermedades sexuales -algunas de ellas incurables-, y la evitación de un embarazo no deseado entre otros.
Entre los aspectos psicosociales tenemos la toma de decisiones que favorezcan las relaciones amistosas, de pareja, familiares y sociales en general, bajo la regla del respeto mutuo, apoyo, amor y crecimiento personal que nos permita la expresión libre y autónoma de quienes somos, adquirir y mantener una buena autoestima, pensar de forma flexible y reflexiva, ser consciente de nuestras necesidades y deseos.
El comportamiento sexual incluida la identidad psicosexual, tiene un valor propio porque su característica más importante es que no responde a ningún instinto y por consiguiente puede adquirir una multiplicidad de modalidades en su expresión, mucha de ellas propias de una u otra cultura, y muchas otras, dependientes de la imaginación, intereses, gustos, deseos, fantasías y necesidades de hombres y mujeres.
Para cada hombre y mujer, el comportamiento sexual es un mundo a explorar que está acotado en primer lugar, por las normas sociales y creencias de cada grupo social y familiar, reduciendo drásticamente los límites de esa potencial exploración y presentando una muestra de lo posible sin eliminar definitivamente todo lo demás. La segunda fuente de acotamiento de esos comportamientos y quizás la principal en la actualidad, está limitada por el gusto y el deseo que nos generan esos comportamientos; la selectividad sexual y erótica de cada quien le permite identificar dentro de ese inmenso repertorio de posibilidades, sólo aquellos comportamientos que son compatibles con su forma de ser y de sentir (perfil erótico). Al explorar esas posibilidades sexuales, cada persona se dará cuenta que no funciona con cualquier opción y tenderá a seleccionar lo más afín a sí misma.
El cuidado de la salud sexual en el terreno de la interacción sexual debe considerar especialmente, las complicaciones derivadas de la relación sexual que tiene que ver con un a) vínculo afectivo y/o relación sociosexual con otra persona, b) el deseo sexual y el acercamiento físico hacia la otra persona y c) la actividad sexual propiamente dicha. Cuando estos factores se combinan adecuadamente, todo sale bien y no pasa nada, pero muchas veces no basta con querer que todo salga bien, no basta con el gusto o el amor para que todo se articule de forma armoniosa, y por lo tanto, pueden aparecer dificultades que requerirán la atención de un profesional en la materia para solucionarlas. Entre las problemáticas más comunes tenemos la eyaculación precoz y la disfunción eréctil en hombre, pérdida del deseo en ambos y anorgasmia en mujeres.
Por: Mtro. Alfonso Aguirre Sandoval