La Dama de Negro hizo vibrar el Teatro Principal bajo la atmósfera oscura y envolvente, una de las obras más emblemáticas del teatro de terror en México.
La puesta en escena, que contó con las interpretaciones magistrales de Rafael Perrín como Arthur Kipps y Benjamín Rivero como John Morris, logró sumergir al público en una experiencia escalofriante que, después de 30 años en los escenarios, sigue cosechando ovaciones y provocando escalofríos.
Desde su estreno el 17 de febrero de 1994, La Dama de Negro ha cautivado a generaciones de espectadores.
Con una gira que inició en Puebla hace 29 años, esta producción ha recorrido múltiples ciudades, ganando el estatus de un verdadero fenómeno teatral en México.
En esta versión, la producción estuvo a cargo de Carlos Bracho y Antonio Calvo, y bajo la dirección general de Rafael Perrín, quien también encarna al protagonista, Arthur Kipps.
Este año, los seguidores de la obra notaron un poco de más humor en algunos de los diálogos lo cual fue bien recibido por el público.
En la obra, Gabriela Palacios, participa como la mujer encargada de dar los sustos tanto al público como a los actores.
La historia de La Dama de Negro sigue a Arthur Kipps, un hombre perturbado por los eventos inexplicables que vivió en su juventud.
Decidido a confrontar sus miedos y exorcizar su pasado, Kipps decide escribir sus memorias y acudir al director escénico John Morris para recibir ayuda y poder llevar su historia al escenario.
A lo largo del primer acto, el público se adentra en una atmósfera de misterio y tensión ambientada en la Inglaterra de principios del siglo XX, en la cual se comienza a entrever el peligroso encuentro de Kipps con la enigmática dama que lo ha perseguido por años.
El segundo acto de la obra es una montaña rusa emocional. La intriga y los misterios que rodean a la Dama de Negro crecen hasta provocar en los asistentes risas nerviosas que se transforman en gritos de auténtico pavor.
Cada sonido, sombra y gesto están diseñados para crear una atmósfera de terror palpable, logrando que el público experimente la sensación de estar bajo la amenaza de una presencia sobrenatural.
Al final de la obra, los espectadores descubren que la leyenda de La Dama de Negro va más allá de la simple ficción teatral, dejándolos atrapados en un silencio reverencial mientras el último eco de la historia resuena en el teatro.
La Dama de Negro es, sin duda, un clásico del terror teatral que se ha ganado su lugar en la historia del teatro en México.
Con actuaciones memorables y una producción que sigue sorprendiendo a nuevas generaciones, esta obra demuestra el poder de la narración escénica para mantener a su audiencia al borde del asiento, en un viaje de terror del cual, al final, nadie sale indemne.
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