Pese a los mecanismos de ayuda, la implementación de leyes, reglamentos, protocolos de apoyo y atención a víctimas para prevenir la violencia y abusos de todo tipo en contra de las mujeres, siguen presentándose de manera frecuente los casos de maestros, funcionarios públicos y en general varones involucrados en dichos actos.
Alumnas, subordinadas, esposas, funcionarias, parejas, trabajadoras, madres, abuelas, hijas, niños y niñas, son las protagonistas de historias dignas de cualquier película de terror. Ante la crudeza de los hechos, los poblanos y los mexicanos hemos sido testigos de un México que aún se maneja con esquemas de complicidad, llamase: gobierno, familia, justicia o sistema.
La profundidad del tema nos hace evidenciar, desde este espacio, que en muchos de los casos todo se confabula para no llegar a la raíz y los culpables puedan permanecer impunes. Algunos huyen y no se vuelve a saber de ellos, otros tienen el suficiente dinero para vivir en el extranjero, otros aún no tienen sentencias y retrasan los procesos para ganar tiempo y apostar al olvido social y en muchos otros: es la propia familia la que oculta los hechos. Por ello, la única esperanza, para quienes han padecido actos de agresión, es hacerlos visibles a través de la denuncia judicial y de los medios de comunicación. En algunos casos, los medios de medios de comunicación han servido de presión y han jugado un papel fundamental para contribuir a que se haga justicia para muchas mujeres y niños que han padecido violencia.
Un caso reciente se presentó en una secundaria de San Andrés Cholula, donde presuntamente dos profesores habrían cometido abuso, acoso y hostigamiento contra estudiantes; lo más grave es que la directora y el subdirector de la unidad educativa, “Blandina Torres de Marín”, protegían a los maestros. Es evidente que debido a las redes sociales y a la presión que han ejercido los padres de familia, dio como resultado el cese de los presuntos acosadores. Mientras el presunto culpable está prófugo.
También pululan asuntos que tienen que ver con terribles casos subordinación en espacios públicos. En apariencia, en los ambientes de gobierno, se observa mucha formalidad; sin embargo, continúan las prácticas de sometimiento, incluso diría humillación y denuesto en contra algunas mujeres que deben “lealtad” a quienes las invitan a participar en el ámbito profesional. Es parte de un sistema patriarcal que se aferra con toda su carga social e histórica en los diversos ámbitos de la vida cotidiana.
Hay que mencionar que los abusos también se presentan en las universidades, lo dijo la secretaria general de la BUAP, el año pasado, al rendir su informe: “existen 37 investigaciones a los alumnos que fueron porventa y posesión de estupefacientes y 20 por consumo de bebidas alcohólicas dentro de la institución. Lo que deriva en alteración en calificaciones y documentos, acoso escolar, bullyng, plagios, faltas a la moral, consumo y venta de sustancias ilícitas,entre otros”.
Por estas razones, en cada espacio y oportunidad es indispensable, urgente, justo y humano que hagamos visible todo tipo de violencia, que denunciemos y apoyemos a quienes padecen injusticas, y en este punto ya no me refiero sólo a las mujeres, también a los varones, quienes, en menor medida, también la padecen. Por favor, no normalicemos la violencia, ni fomentemos la cultura de la muerte.
Comentarios: @marumora7