Quizás sea el amor tan plano
como su cimbra que lo ennoblece
o su castillo que pleno lo levanta
siempre tan dúctil a nuestro tacto.
No siempre lo plano vence al hastío
pues las profundidades en misterios
narran lo callado y elevado obsceno
que renueva el potencial telúrico.
Y es tu alfil y juego el trazo sombrío
que desde sus ejes reconforta el punto
donde se mueren las suavidades torpes
que enajenan sus dones a la dureza.
Eres la terrestre forma de anaconda
lechosa que enreda sentimientos.
El orgullo del terráqueo arte del polvo
con el que los dioses pululan.
La lectura geológica y épica y madura
que eleva al paraíso los senos y vulvas.
Un puro tectónico que imanta
toda dureza en la suavidad imaginada.
Toda Tierra con forma alada corporal
con que rematas océanos y lagunas.
El baño que detiene desde el vello
cortezas y fallas y vetustas oscilaciones.
¡Quién deletreara tu tierra de nobleza
a esta feroz Tierra de los hombres!
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