Tan altos y enormes
que no cabemos en el mundo
ni en el nuestro ni en el ajeno
y como autoengaño fundante
tendemos a la fascinación
y le inventamos objeto al amor
para que su insensatez no defraude
ni su vacío de odio se colme
nos quedamos con el pajarear
de la luna enamorada del vuelo
que distribuye su blancura
como besos sobre tu cuerpo
creamos la belleza para perdernos
y evitar que la sonrisa divague
y se ría de la desnudez infame
que la ropa no logra hacer huir de sí
anclamos el cuerpo al envejecer
pero el alma renace con el recuerdo
y lloramos de lo que vendrá
cuando anhelamos lo que seremos
que alrededor del sol nos vamos
con tanta luz entre cejas y diásporas
que al quedarnos nuestro nombre tiembla
como destinos de muerte que somos.
Con alta conciencia y razón
que el amor calla y mejor siente
entre el volumen de nuestras manos
y la capacidad de tenernos
tal altos y enormes que tampoco
en un nosotros nos cabemos
y nos inventamos como el uno en otro
recortando el universo del ser pareja.
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