Por Ricardo Caballero de la Rosa
No sé si fue ayer o antier
pero ese día volví al rincón
al insípido y vacío espacio
en que la angustia corona su fe
pintándose de cromáticos vuelcos.
Borré un poema adusto y viejo
que del mar hablaba sin sentir
y lo sustituí por frases sin fondo
que me hacen lagrimear sobre un pasado
en que resulté yo el borrado.
Reuní las pequeñas motas
de goma y se fueron las gotas
de miel y asfixia que pronto
tomaron forma de mancha
disuasiva y heme de letras.
Mi página no quedó en blanco
sino con toscos rayones y pliegues
como al cerrar paso del crepúsculo
brota sin saber aquel elixir
con sabor naranja y olor lima.
Al rebuscarme releí atento:
prácticamente no existes
sino en lo que dejas para evitarte
el vivir y ahorrar esfuerzos
y la incomodidad de respirar.
Estafermo de carreras
en los arpones y giros
yacen anclados y son pormenores
de esta lincha y lucha y hacha
que ha de castrar la victoria.
No habré de robar las frases o ideas
sino absorber de mortajas dichas
la emoción de escuchar del ritmo
vivas intenciones de regresar
al añejo puerto de papel.