Este 15 de agosto de 2025, la atención internacional se centró en Alaska, donde los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin sostuvieron su primera reunión cara a cara desde que Trump regresó a la Casa Blanca.
El encuentro de los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin tuvo lugar en la estratégica Joint Base Elmendorf-Richardson de Anchorage, escenario que conjuga simbolismo histórico y seguridad logística.
El estado de Alaska no solo fue una antigua posesión rusa vendida a EE. UU. en 1867, sino que también representa una frontera compartida y su proximidad geográfica añade valor estratégico.
Además, la paradoja geopolítica habla por sí sola: Putin, con una orden de arresto pendiente del CPI, eligió un territorio fuera de su jurisdicción legal.
Ubicar la reunión en una base militar icónica de la Guerra Fría también subraya un aire de firmeza: fue diseñada para disuadir al antiguo adversario soviético, pero hoy sirve como escenario de diálogo diplomático.

Expectativas, tensiones y pausas estratégicas
El objetivo declarado por Trump fue buscar un alto al fuego en Ucrania, con la esperanza de consolidar su imagen de negociador global. Reiteró que cualquier decisión sobre territorio recaería exclusivamente en Kiev.
Por su parte, Putin juega al desgaste: consolidar su presencia internacional tras años de aislamiento. Su llegada incluyó gestos cuidadosamente coreografiados, como una ofrenda floral a un monumento aliado de la Segunda Guerra Mundial, símbolo de vínculos históricos.
No obstante, las expectativas de un avance sustancial son moderadas; analistas opinan que la cumbre probablemente sentará las bases para negociaciones futuras, más que resolver el conflicto de inmediato.
Repercusiones geopolíticas y críticas occidentales
La exclusión del presidente ucraniano Zelenskyy —quien denunció que “no se puede hablar de Ucrania sin Ucrania”— generó un fuerte rechazo entre aliados europeos, temiendo concesiones unilaterales de EE. UU.
Mientras tanto, figuras como Steve Witkoff jugaron un rol mediador entre Washington y Moscú. Sin embargo, expertos advierten que Trump podría caer en la tentación de otorgar ventajas a Rusia sin garantías suficientes para Ucrania.
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